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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Pensó el dominico que el animal fuera una encarnación del demonio mismo, y se disponía a hisoparlo... Pero como el gato era muy manso, restregose contra las pantorrillas de Guy, el primero que topara.

¿Qué? preguntó el dominico; ¿tienen los alumnos alguna queja de mi conducta? Padre, nos hemos convenido desde un principio en no hablar ni de usted ni de . Hablamos en general: los estudiantes, tras de no sacar gran provecho de los años pasados en las clases, suelen muchos dejar allí girones de su dignidad, si no toda. El P. Fernandez se mordió los labios.

Acepto dijo con firmeza. Congratúlome exclamó el dominico, sin ocultar su satisfacción . Quedamos, pues, amigo mío, en que mañana, por la tarde, vendrá usted a nuestra residencia a tomarnos las medidas. ¿Eh? ¿Debo ir yo allí? preguntó, preocupado, Belarmino . ¿Qué dirán mis correligionarios? ¿Qué han de decir? Usted va como zapatero. Además, es lo más rápido y expeditivo.

Este gran cuadro representaba, si no nos engaña la memoria, el triunfo del Rosario, y era un agregado de pequeñas composiciones dispuestas en elipse, un cada una de las cuales estaba un retrato de un fraile dominico, principiando por Vicenzius y acabando por Hyacinthus.

El voluminoso dominico, con el anónimo de manifiesto, fué a ver a don Restituto y doña Basilisa, que, en su sentir, también habían padecido una pequeña violación. Los señores de Neira habían hecho poderosas dádivas a la diócesis, y el obispo les estaba obligado.

El catedrático era un dominico joven, que había desempeñado con mucho rigor y excelente nombre algunas cátedras en el Colegio de S. Juan de Letran. Tenía fama de ser tan gran dialéctico como profundo filósofo y era uno de los de más porvenir en su partido. Los viejos le consideraban, y le envidiaban los jóvenes, porque entre ellos tambien existen partidos.

El capellán de la Iglesia-Hospital de la Anunciación, Miguel González Vaquero, hablaba con el dominico Crisóstomo del Peso, de los milagros de doña María Vela, monja de Santa Ana. El capellán gozaba fama de santo. Su palidez cenicienta hacía pensar en terribles austeridades, y a la vez, sus grandes ojos claros emanaban conmovedora dulzura.

Su mantón, cuyo velo impenetrable le cubría otras veces completamente el rostro, aparecía ahora echado hacia atrás con una franqueza que el rígido dominico de la antigua casa de los Porreños habría calificado de desenvoltura.

Eso será catequización de usted, padre Alesón dijo doña Basilisa, con enérgica persuasión . Le ha enseñado usted la práctica de la paciencia, esa virtud tan necesaria para salvarse. Mi señora Emperatriz replicó el enorme dominico , yo no enseño nada a nadie, ni siquiera idiomas, que es de lo único de que se me alcanza un poquito.

Ahora caigo en la cuenta que cuando leo las oraciones en latín, que no entiendo jota, no me duelen los ojos ni la cabeza. Así habló doña Basilisa. Añadió: ¿Y la otra, la Juana, su mujer? Me parecía algo, vaya, algo así... una tarasca. Tarasquísima afirmó el dominico ; pero está totalmente domesticada.

Palabra del Dia

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