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Actualizado: 27 de julio de 2025
Godfrey reapareció en el salón blanco con los pies secos, y, puesto que hay que decir la verdad, con un sentimiento de alivio y de alegría, sentimiento demasiado intenso para que los pensamientos dolorosos pudieran combatirlo.
Aristóteles llamaba á esto la purificación de las pasiones, es á saber: que el terror y la compasión, que en la vida real son tan dolorosos y aflictivos, gracias al encanto divino de la poesía, se convierten en el drama y en el poema narrativo en placer delicado, porque el terror entonces no nos enerva ni nos humilla, y porque entonces son dulces las lágrimas.
Hasta los himnos a la hermosura de la mujer tienen sangre y bravatas.... Y ésta es la música que divierte al pueblo en sus momentos de expansión y la que seguirá «alegrándole» tal vez durante siglos.... Somos un pueblo triste, Gabriel: lo llevamos en la médula; no sabemos cantar si no es amenazando o llorando, y la canción es más hermosa cuando tiene más suspiros, hipos dolorosos y estertores de agonía.
Es racional el uso del cobre en la diarrea aguda ó crónica por irritabilidad intestinal, ó eretismo espasmódico, despues de un enfriamiento algunas veces, haya ó no tenesmo, pero sí dolores cólicos que abaten y aniquilan las fuerzas; que el vientre está retraido y se observan tirones dolorosos en los miembros inferiores.
Y, estando un día a la mesa con los duques, y comenzando a poner en obra su intención y pedir la licencia, veis aquí a deshora entrar por la puerta de la gran sala dos mujeres, como después pareció, cubiertas de luto de los pies a la cabeza, y la una dellas, llegándose a don Quijote, se le echó a los pies tendida de largo a largo, la boca cosida con los pies de don Quijote, y daba unos gemidos tan tristes, tan profundos y tan dolorosos, que puso en confusión a todos los que la oían y miraban; y, aunque los duques pensaron que sería alguna burla que sus criados querían hacer a don Quijote, todavía, viendo con el ahínco que la mujer suspiraba, gemía y lloraba, los tuvo dudosos y suspensos, hasta que don Quijote, compasivo, la levantó del suelo y hizo que se descubriese y quitase el manto de sobre la faz llorosa.
Privada la piel de su tonicidad, produce la inercia de sus vasos; no la priva de los jugos nutritivos, pero estos no tienen condiciones restaurantes; la piel está mas bien ingurgitada que seca, aun en la cara; hay inflamaciones superficiales muy limitadas, manchas rojizas, oscuras ó amarillentas en las estremidades, como si la sangre estuviera despojada de la materia colorante; prurito violento, granos psóricos, costrosos, erupciones urticarias, lesiones herpéticas húmedas, úlceras súcias con supuracion abundante; los vasos y gánglios linfáticos están ingurgitados, inflamados, dolorosos; las glándulas se infartan y sobreviene la induracion; las mismas vísceras pierden su tonicidad, se dejan infiltrar y se infartan; la quilificacion no se hace libremente, y la hematosis se altera, ya por la perturbacion de las secreciones y de los órganos glandulares afectados, ya por la lesion de los vasos absorbentes y de las criptas secretorias de las membranas mucosas; de todo lo cual procede la debilidad profunda del cuerpo y de espíritu, la ineptitud para el trabajo, las ansiedades nerviosas, la indiferencia hipocondríaca.
Las grandes calles. Costumbres diversas, Miseria y beneficencia. Contrastes dolorosos. Reflexiones sobre el pauperismo. Mi residencia en Lóndres fué tan corta que á decir verdad, no alcancé á ver sino los rasgos generales de su fisonomía.
Había en la vida matrimonial de Nancy una sucesión importante de experimentos dolorosos a la que se vinculaban ciertas escenas que la habían impresionado profundamente y que su memoria hacía revivir con más frecuencia que las otras. El corto diálogo de Nancy con su hermana en el jardín, la tarde de aquel domingo, había llevado a su espíritu hacia dirección que tornaba con frecuencia.
Con el sucio pañuelo de hierbas en la mano, accionaban dando gritos ante el mostrador de Espantagosos; pero las rarezas de aquel señorito que hablaba solo y miraba al balcón de enfrente llamaron su atención, y con la cariñosa insolencia de los borrachos alegres, pusiéronse a contemplarle, riendo de sus gestos dolorosos.
Vió por todas partes dolorosos vacíos que le hicieron recordar los objetos que ocupaban antes el mismo espacio.
Palabra del Dia
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