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Aristóteles llamaba á esto la purificación de las pasiones, es á saber: que el terror y la compasión, que en la vida real son tan dolorosos y aflictivos, gracias al encanto divino de la poesía, se convierten en el drama y en el poema narrativo en placer delicado, porque el terror entonces no nos enerva ni nos humilla, y porque entonces son dulces las lágrimas.

La misma energía de Goethe para desprenderse de sus personajes, aunque los saque de su propio ser y para apasionarlos y moverlos, permaneciendo él impasible y sereno, le hizo preferir al poema narrativo, una forma más objetiva, perfecta e impersonal aún: el drama. En el drama el poeta desvanece por completo su personalidad.

Tieck, según el mismo autor, escribe que "cada una de las buenas comedias de Lope está tratada como un cuento lleno de alta poesía". Y en otro lugar, analizando una obra de Lope, dice: "Si se exceptúa el principio, está construída como un cuento y tiene un carácter completamente narrativo."

Por lo que hace á las ocasiones, en que aplica estas diferentes medidas de versos, puede decirse, en general, que cuando el romance está destinado á lo meramente narrativo y á lo que sólo sirve para desarrollar la acción, todos los demás versos se reservan para las estrofas más enfáticas; en lo lírico y en el diálogo florido, se usan generalmente las diversas especies de troqueos rimados; las silvas, en los discursos apasionados y de mucha animación, ó en las réplicas; las octavas, en las descripciones pomposas y en los monólogos, y el soneto, por último, en las comparaciones ingeniosas y llenas de antítesis, ó cuando hablan dos de concierto.

En el prólogo de su poema narrativo El moro expósito, demuestra con tanta claridad como elocuencia la índole arbitraria y absurda del llamado clasicismo, que cubre como el moho á las flores de la poesía, y habiendo contribuído indudablemente, y no en parte poco considerable, con sus palabras persuasivas, á derruir ese sistema importado de otros países.

Como poeta narrativo no tiene superior en Alemania de los presentes ni de los pasados por el interés de los asuntos elegidos, por su fecundidad inagotable y por su maravilloso don para exponer.

Es de advertir asimismo, que, en la manera de hacer la demarcación y deslinde de ambos géneros, ha habido graves diferencias, según el punto de vista de los críticos en esta época o en aquélla. No satisface, a la verdad, decir que lo narrativo es épico, y lírico lo no narrativo.