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Actualizado: 25 de junio de 2025
Pero lo que sobre todo atrajo nuestros asaltos diarios fué el cañaveral. Tardamos dos semanas enteras en explorar como era debido aquel diluviano enredo de varas verdes, varas secas, varas verticales, varas dobladas, atravesadas, rotas hacia tierra. Las hojas secas, detenidas en su caída, entretejían el macizo, que llenaba el aire de polvo y briznas al menor contacto.
Aprendió entonces a merodear de noche en los ranchos vecinos, avanzando con cautela, las piernas dobladas y elásticas, hundiéndose lentamente al pie de una mata de espartillo, al menor rumor hostil. Aprendió a no ladrar por más furor o miedo que tuviera, y a gruñir de un modo particularmente sordo, cuando el cuzco de un rancho defendía a éste del pillaje.
En aquel momento tenía el hombre actitud muy diferente de la de su similar en la Capilla Sixtina: sentado, las manos sobre el puño del bastón, éste entre las piernas, las piernas dobladas con igualdad: el sombrero caído para atrás, el cuerpo atlético desfigurado dentro del gabán de solapas aceitosas, los hombros y cuello plagados de caspa.
Todo el pueblo se desvela En darle penas dobladas, Qual le da mil bofetadas, Qual sus blancas canas pela. Las manos que á Dios tuvieron Mil veces, hoy son tenidas De dos sogas retorcidas, Con que atras se las asieron. Al yugo de otro cordel, El humilde cuello lleva, Haciendo mil moros prueba, Quanto pueden tirar del.
Como quien repasa hojas hace tiempo dobladas de un libro que se leyó, así miro con curiosidad y asombro los años que fueron; y mientras dura el embeleso de esta contemplación, parece que un genio amigo viene y me quita de encima la pesadumbre de los años, aligerando la carga de mi ancianidad, que tanto agobia el cuerpo como el alma.
Cuando se fue el muchacho, cerró la puerta y se entretuvo a la luz de la vela en hacer el inventario y distribución de los objetos que llenaban su vivienda. En un antiguo arcón de madera, tallado a cuchillo groseramente, estaban dobladas con cuidado por Margalida, entre hierbas olorosas, las ropas con que había llegado él de Mallorca. Las vestiría a la mañana siguiente.
Sí; allí estaba Martínez, en el centro de la masa humana, como una pobre cosa, tendido en el suelo, guardando la misma actitud de su caída, con el cuerpo en forma de Z: la cabeza en ángulo recto sobre su pecho, las piernas dobladas trazando otro ángulo. Lubimoff avanzó hasta asomar sus ojos sobre la primera fila de mirones estupefactos.
Se veía igual á las reses nuevas de don Carlos Rojas, que, ahitas por la exuberancia de su nutrición, permanecían con las patas dobladas sobre la alfalfa, mirando, inapetentes, toda la riqueza alimenticia que las rodeaba. Watson y Celinda eran jóvenes, tenían ilusiones y deseos, sabían en qué emplear su dinero.
Bien separados los pies y algo dobladas ambas rodillas, parecía pronto á precipitarse de un salto sobre su enemigo, al cual presentaba la punta de su larga espada á la altura de los ojos.
A los pocos instantes, madre e hija, luego que ésta hubo abierto de par en par la puerta que daba al gabinete, aparecieron empujando a duras penas la butaca en que, esforzándose por estirar las piernas, estaba sentado don José. ¿Lo veis, lo veis? decía el viejo mientras tengo dobladas las rodillas, todo va bien; en cuanto las estiro, empieza Cristo a padecer.
Palabra del Dia
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