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Su dignidad no le permitía ponerse a buscar a Rosa. Así que, después de descansar breve rato con la carabina apoyada en la sebe, afectando distracción y fatiga, tuvo mal de su grado que alejarse, sin conseguir lo que se había propuesto, el paso tardo, el ánimo caído.

En cuanto le veo a usted esa arruguita ahí... ahí y le tocó con su dedo en la frente: el sacerdote la retiró con viveza, ya me tiene usted más triste que la noche... ¿Por qué será?... ¿Por qué no será?... Usted, que sabe tanto, me lo dirá. Las últimas palabras las dijo canturreando y afectando distracción. ¡Ea!

Por la noche fuí al castillo, la señorita Laroque me acogió con ese aire de indolencia desdeñosa, de distracción sombría y de amargo fastidio que la caracteriza habitualmente, y que formaba entonces un singular contraste con la graciosa bondad y la festiva vivacidad de mi matinal compañera.

Otra serie: contentar una persona, para quien se trabaja el cuadro; y esto para que la persona pague una cantidad de dinero; y el dinero, ó para las necesidades del artista, ó para sus placeres. Otra: buscar en la pintura la distraccion de una pesadumbre; y esto para conservar la salud.

Sumido en esta inmovilidad forzosa, cuando le faltaba la distracción de los ejercicios físicos acordábase de la vida anterior, cada vez más lejana e indecisa en su memoria.

Pero mas tarde los llamados moderados inventaron la proscripcion á Filipinas para no escandalizar á la Europa con el espectáculo de las víctimas. Aunque las tres líneas paralelas que describen el Pisuerga, el canal y la carretera, le dan alguna animacion al paisaje, este es en lo general monótono y triste. El viaje es lento, pero no carece de distraccion.

Contaré á vuestra majestad lo que me ha sucedido: salía yo de la antecámara á llevar en persona la orden de vuestra majestad á doña Clara, porque, por fortuna, vuestra majestad me había dicho terminantemente: id y decid á doña Clara Soldevilla... debía yo ir... y fuí. Es cierto... una distracción mía, doña Catalina.

No ha mucho, señor, la señorita Margarita le ha dado en un momento de distracción, algunas instrucciones, que no eran seguramente del deber de usted. La susceptibilidad de usted se ha sublevado muy justamente, lo reconocemos, y las señoras me han encargado le haga aceptar sus disculpas.

Quise rechazar mi constante preocupación por medio de la lectura, pero dió la casualidad que la única obra que había llevado conmigo era la Historia de Bernal Díaz del Castillo, y ella, lejos de proporcionarme distracción, daba rienda suelta a los más extraños pensamientos. Dejé el libro y salí a pasear por las vegas, hasta el anochecer.

Sólo así lograba que saliese de sus preocupaciones de jugadora que la tenían en perpetua distracción, hablando y sonriendo automáticamente, con una mirada de sonámbula. Lubimoff le mostró una tarde varios telegramas y cartas de Madrid, de París, de Berna. Reyes y ministros se ocupaban en averiguar la suerte del aviador desaparecido.