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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Así que, sospechando que pérfidamente se lo habían trocado en el chiquero, cambiaron repentinamente el color fresco y sonrosado de sus mejillas por un blanco mate nada vistoso. Y por un movimiento simultáneo, que probaba la unidad de sus convicciones, se pegaron todos a la barrera y colocaron el pie en el estribo, preparados a cualquier evento. El novillo se disparó contra uno de ellos.

Disparó don Pedro una imprecación, y bajó de dos en dos las escaleras. Primitivo y Julián le seguían. En la cuadra, el pastor, adolescente de cara estúpida y escrofulosa, confirmó la versión del cazador.

El enemigo estaba allí... ¡allí! Veía en la obscuridad el punto de donde habían surgido los fogonazos, y avanzando la diestra fuera de la puerta, disparó su revólver una... dos... cinco veces: todas las cápsulas que contenía el cilindro. Tiró casi a ciegas, desorientado por la obscuridad y el desconcierto de la cólera.

Lo que ocurrió fue el resultado de la fatalidad más deplorable. La bala que disparó el gaucho penetró por la sien derecha en la cabeza del pobre joven y le dejó muerto en el acto. Grande fue el pasmo y profunda la lástima de todos los cómplices en aquel horror. El mismo Pedro Lobo, disipada de pronto su cólera, se sintió afligido.

Francolines de vistosas plumas corrían en bandadas. Tomás Cardoso, que era gran cazador, no pudo resistir a su deseo de matar el que le pareció más grueso y más cercano. Disparó una flecha, y el pájaro cayó herido a poca distancia.

Caminaba con lentitud más bien como quien pasea, acompañado de dos hermosos perros de muestra, el uno épagneul de lana color leonado y el otro braque de pelo negro que recorrían el viñedo en torno de su amo. He ahí al señor Domingo que caza exclamó el doctor, reconociendo a lo lejos a su vecino. A poco resonó un disparo de escopeta y el doctor me dijo: El señor Domingo ha tirado.

Á otra daba caza el Bajá, después de haber tomado una galera. Disparó un cañón que le pasó por entre los fanales, que espantó á Dramuxo, Arráiz y Cómitre Real, y le dijo qué quería hacer de aquélla, si quería perder de gozar de la victoria que había habido.

A las once y media de aquella noche montamos Sarto y yo nuestros caballos. A Tarlein le volvimos a dejar de guardia, sin revelarle nuestros propósitos. La noche era obscurísima. Yo no llevaba espada, pero el revólver, un largo puñal y una linterna sorda. Llegamos a la puertecilla, desmontamos, y Sarto me tendió la mano. Esperaré aquí dijo. Si oigo un disparo, me...

Después de fijar en el suelo dos bastones a fin de señalar el punto de parada a cada uno de los combatientes, separáronse los padrinos, que al llegar a su respectivo puesto dieron las tres palmadas de rúbrica, para indicar a aquéllos que podían avanzar. No bien adelantaron cuatro pasos, Felipe disparó.

Y, en efecto, con el muslo atravesado consiguió incorporarse y cargar su fusil, que disparó inmediatamente sobre los que subían.

Palabra del Dia

bagani

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