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La alegre locura le rechazaba como un desertor indigno; su porvenir era engordar dentro del hábito de hombre serio. En la calle del Arenal oyó que le llamaban. Era un diputado, un camarada de banco que volvía de la sesión. Compañero; deje usted que se le felicite: estuvo usted archimonumental. El ministro ha hablado con gran entusiasmo de su discurso al presidente del Consejo.

Se hicieron los asientos, alcantarillas y terraplenes, levantándose los pretiles de las zanjas, se pusieron los pilares para el riego, desagüe completo de árboles de esta Alameda, todo por dirección de los señores Asistentes, siendo diputado el señor don Gregorio de Fuentes y Veralt, veinticuatro del Ilmo. Cabildo cuya obra costeó de los propios y arbitrios y se acabó el año de 1765

Recobró el roder poco a poco su confianza en el diputado. Esperaría; pero un mes nada más. Si después de este plazo no llegaba el indulto, no escribiría, no molestaría más.

Versará el discurso sobre algún asunto importante para la provincia que usted representa. Cabalmente exclamó don Simón, mientras el otro escribía con el lápiz en una cuartilla, sobre el mármol de la contigua chimenea. A ver si es esto dijo a poco rato el periodista, leyendo al diputado lo que había escrito.

Si él hubiera querido ceder, humillarse, renegar hasta cierto punto de las creencias y de la misión de sus antepasados, hubiera sido Diputado, Senador, Embajador, Ministro y cuanto le hubiera dado la gana; él al menos así lo creía; pero como el Barón no había querido ceder ni renegar, había tenido que limitarse y resignarse a ser un caballero, si bien encopetado, viviendo de sus rentas, que eran cortísimas.

La fama que el diputado tenía de servicial, complaciente y poderoso para sacar turrones, era tan firme que hasta su mismo temporal decaimiento aumentaba su clientela en vez de mermarla.

Su manera de republicanismo se satisfaría dando autoridad decisiva al procedimiento probatorio de Fox, que acostumbraba experimentar sus proyectos en el criterio del diputado que le parecía la más perfecta personificación del country-gentleman, por la limitación de sus facultades y la rudeza de sus gustos. Con ellos se estará en las fronteras de la zoocracia, de que habló una vez Baudelaire.

Por último, el diputado novel ha pedido y recibido con frecuencia las noticias que de Antoñuelo se tienen en el lugar. Allá en el Río de la Plata adonde el cacique le obligó a que emigrase, se dedicó al comercio y prosperó mucho.

D. Paco ha ido a buscarlas y dará con ellas... Ahora está hablando otro, y dice que aquel no tiene razón. ¿Cómo entendemos esto? Otro orador usó de la palabra, pero por poco tiempo. Parece que ahora tratan de otro asunto dijo la muchacha, observando siempre . Y allí se ha levantado uno que saca un papel y lo lee. Se me figura que ese es D. Joaquín Lorenzo Villanueva, el diputado por Valencia.

Mi Remedios sólo es una muchacha de pueblo y el diputado querrá una señorona de Madrid. Rafael hacía tiempo que conocía el designio de su madre. El no quería a aquella gente. El padre, a pesar de pegajosa afición a ofrecerle planes, le era simpático por el respeto que mostraba hacia su familia.