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Nuestros historiadores suponen que este palacio fué construido por Teodofredo, padre de D. Rodrigo, cuando le desterró á dicha ciudad Egica, y en verdad que no alcanzamos por qué se separa Ambrosio de Morales del comun sentir, estableciendo que Teodofredo pudo haber fundado su palacio en la Albayda ó Casa blanca, media legua al norte de Córdoba.

Y como esta explicación era la más razonable, a ella se atuvo Leoville. Verdad es que pronto desterró de su mente estas ideas retrospectivas. Generalmente buscan refugio en los recuerdos del pasado, los que tienen cerrado el porvenir; los que lo ven abierto ante precipítanse en él sin reflexionar jamás.

8 Cesó el regocijo de los panderos, se acabó el estruendo de los que se alegran, paró la alegría del arpa. 9 No beberán vino con cantar; la bebida será amarga a los que la bebieren. 10 Quebrantada es la ciudad de la vanidad; toda casa se ha cerrado, para que no entre nadie. 11 Voces sobre el vino en las plazas; todo gozo se oscureció, se desterró la alegría de la tierra.

Si bien Calderón concedió al romance más espacio y mayor importancia, y á la vez desterró del drama combinaciones métricas, antes usadas, ofreciendo, por tanto, menos variedad métrica que los poetas antiguos, también, bajo otro aspecto, empleó combinaciones de palabra y enlaces de períodos muy ingeniosos y nuevos, y dignos, sin duda, de nuestro examen, porque pueden calificarse muy particularmente de invenciones felices de este poeta.

Temióse, no lo que hacía, sino lo que pudiera hacer de la corte el ilustre descendiente de los Girones, y como es muy principal caballero, y muy poderoso, y muy bravo, se le desterró á Nápoles dorando el destierro con lo de virrey, y como se creía que yo era mucha cosa con el duque y que haría más conmigo que sin , se me envió á San Marcos á hacer penitencia; y como el duque de Osuna no ha cesado de reclamar en estos dos años á su pobre secretario, y como, por otra parte, vos os encontráis con que á pesar de los buenos oficios de don Rodrigo no veis claro en qué consisten tantos reveses y tantas desdichas como sufre España, os habéis dicho: saquemos del encierro á aquel espíritu rebelde, veamos si podemos mudarle á nuestro provecho, y si sus antiparras son más claras que los ojos de don Rodrigo.

Su pensamiento permaneció puro hasta aquella terrible hora de media noche. En ella el sentimiento, solo, luchaba con el mal deseo. Cada día sacaba del fondo de su naturaleza sana y vigorosa nuevos recursos para eliminar el virus, o, por lo menos, para contenerlo y hacerlo inofensivo: por eso se desterró al extranjero, por eso en el momento en que vio tu casa pensó en huir lo más pronto.

Despues á 24 de marzo del presente año, el dicho D. Alfon desterró á su ilustrísima echándolo por fuerza de la ciudad, sacándolo por las riendas de su mula; 8.ª por haber sacado por fuerza á muchos de los retraidos en la iglesia; 9.ª porque viviendo Alfon de Jaen y Diego Rodriguez, racioneros de esta iglesia, cerca de Castro, los mandó prender, quitándoles dos acémilas de su ilustrísima con muchas cosas que llevaban, lo que no habia pagado todavia, teniendo presos á dichos racioneros; 10porque siendo electo su ilustrísima de esta iglesia, D. Alfon y los suyos entraron de noche en las casas obispales y robaron mucho dinero en especie, en vino, pan, trigo, cebada y preseas de casa, y despues, siendo su ilustrísima ya obispo, excomulgó á los robadores y muy poco restituyeron; 11por tener, como tiene, por fuerza tomadas las casas obispales y embargado cuanto en ellas habia

Por eso Platón los desterró prudentemente de la suya, ya fuese por precaución, ya fundado en el refrán que reza: el loco por la pena es cuerdo. Hechas las anteriores reflexiones, todavía en vez de ver claro este asunto le veo obscuro y contradictorio.

Referiré aquí algunos pocos sucesos de estos más dignos de memoria. Y sea el primero un cierto indio llamado Santiago Quiara, el cual, llevando mal el apartamiento de una concubina suya que había dejado en el bautismo, volvió á admitirla en su casa. Pero luego le fué Dios á la mano con una enfermedad que, privándole de la luz del cuerpo, desterró de su alma las tinieblas del pecado.

Pero, habiendo vuelto al amanecer el cura, é impuesto de lo acaecido, recojió á los fugitivos y, por sentencia del Superior de Misiones, envió ó desterró al pésimo consejero embuidor al pueblo de la Trinidad, de la otra banda del gran rio Paraná.