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Actualizado: 21 de julio de 2025


Pero aún no había lavado su pecado original que llevaba en el nombre. El Provisor despreciaba el tal círculo. Visitación fue la primera dama agregada, por su prurito de agregarse a todo. Actualmente era la tesorera de las protectrices.

El príncipe despreciaba á este fantasma que aún se mantenía en su interior, gimiendo sobre ruinas. Había permanecido hasta entonces aspirando con delicia el perfume de aquella mujer, que al mezclarse con el perfume de la tarde parecía comunicar su esencia á toda la Naturaleza. Veía el cielo, el mar, los árboles, todo á través de ella, como si llenase el espacio.

Convencido de que su triste situación no tenía remedio, se había sumido en ella con una calma fatalista. El embrutecimiento del continuo trabajo borraba todos sus conatos de rebeldía. Después de haber sido arrastrado y maltratado por las máquinas voladoras, ya no despreciaba á los pigmeos y tenía por menos vil la esclavitud á que le habían sometido.

Sabía de todo, despreciaba a los españoles disimulándolo, idolatraba a su hija Marta, y venía a hacerse rico. Detrás de esta pareja entraron, también del brazo, Marta Körner y Bonis; les seguía de cerca, solo, D. Juan Nepomuceno, que parecía haberse azogado las patillas, que semejaban pura plata.

Y no bien lo impedían, don Paco se burlaba de mismo y se despreciaba, presumiendo que lo que llamaba él religión y moral fuese cobardía acaso. Después de aquel tempestuoso insomnio, que convirtió en siglos las horas, don Paco se levantó del lecho y se vistió antes que llegase la del alba. Abrió la ventana de su cuarto y vio amanecer.

Los intereses cosa deleznable que un joven virtuoso también y de talento, como su amigo, despreciaba absolutamenteSin embargo, D.ª Carolina tenía la certeza que ésta era la clave de la incomprensible epístola. Presentación lloró, pateó, escribió una carta llena de insultos al traidor, y durante varios días fue el tormento y la compasión de sus padres.

Detuvo su alborotado lenguaje unos instantes, dejando que se extinguiese la llamarada del recuerdo impúdico que había enrojecido su palidez. Todo lo despreciaba continuó . Yo conozco á los hombres de mar: soy hija de marino. Muchas veces vi á mi madre llorando, y su simplicidad me dió lástima. No hay que llorar por lo que hacen los hombres en lejanas tierras.

Siempre había habido entre ellos, sin embargo, una graciosa hostilidad, pues Cobo despreciaba a Ramoncito, y éste, que lo adivinaba, manteníase constantemente en guardia. Esta hostilidad no excluía el afecto. Se decían mil insolencias, disputaban horas enteras; pero en seguida salían juntos en coche como si no hubiera pasado nada, y se citaban para la hora del teatro.

Iba a verme casi diariamente, con objeto de olvidar a Judit, y sin cesar me hablaba de ella. Asegurábame que no la amaba ya, que la despreciaba, que se iría al fin del mundo antes que volver a verla; y a pesar suyo, dirigíase casi siempre a los lugares que le hablaban de ella y que le traían a la memoria su recuerdo.

Los hombres pueden hablar cuanto gusten de sus pasiones, los poetas y novelistas exaltar la violencia de las de sus héroes como plazca a su fantasía; nada es comparable a la afición concentrada, fija y ardiente que alguna vez despiertan en el alma y en el cuerpo de un niño las formas exuberantes y macizas de una mujer. Miguel despreciaba en el fondo de su corazón a Petra.

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