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Actualizado: 12 de julio de 2025
Tengo dos medias velas que alumbraron en el velorio de mi curmana la Celana. ¿Habéis oído? ¿Qué, mi amo? Una voz.... Son las risadas del trasgo del viento.... Suenan en la puerta grandes aldabonazos que despiertan un eco en la oscuridad de la casona. El Caballero se pone en pie. Dame la escopeta, Don Galán. ¡Voy a dejar cojo al trasgo! Oiga su risada.
Las aves de corral, recién dormidas, se despiertan sobresaltadas. Todo el mundo está en pie: palomas, patos, pavos, pintadas. El corral anda revuelto: las gallinas hablan de pasar en vela la noche. Diríase que cada carnero ha traído entre la lana, juntamente con un silvestre aroma de los Alpes, un poco de ese aire vivo de las montañas que embriaga y hace bailar.
En el punto en que la gran mole del Rigi presenta su flanco oriental, haciendo frente al Rossberg, que se alza del lado opuesto como un monstruo descarnado, el valle tiene un aspecto de desolacion que acongoja, sobre todo por los recuerdos que despiertan los enormes y desnudos pedrizcos dispersos en el sitio que en 1806 ocupaba el pueblo ó aldea de Goldau.
Se nota una comodidad incomparable; la animación discreta del gran mundo, temperada aún por la corrección nativa del carácter inglés; una civilidad serena, sin las bulliciosas manifestaciones de los latinos; la tranquila conciencia de estar in the right place... Corren por la sala, más que los nombres, rápidas miradas que indican la presencia de una persona que ocupa las alturas de la vida; en aquel palco a la derecha, se ve a la princesa de Gales con su fisonomía fina y pensativa; aquí y allí, los grandes nombres de Inglaterra, que al sonar en el oído, despiertan recuerdos de glorias pasadas, generaciones de hombres famosos en las luchas de la inteligencia y de la acción.
Los vecinos despiertan, tócase a rebato, y el hereje se retira desengañado. Grande gloria para vuestra religión dijo alguno. Un venturoso accidente en verdad respondió el padre Rodríguez.
Los hombres pueden hablar cuanto gusten de sus pasiones, los poetas y novelistas exaltar la violencia de las de sus héroes como plazca a su fantasía; nada es comparable a la afición concentrada, fija y ardiente que alguna vez despiertan en el alma y en el cuerpo de un niño las formas exuberantes y macizas de una mujer. Miguel despreciaba en el fondo de su corazón a Petra.
Sólo para la traza externa del argumento, que representa simbólicamente á la vida humana como un sueño, puede haberse fundado en la narración de Marco Polo, De consuetudinibus et conditionibus orientalium regionum, lib. II, cap. 28. Más se parece á este drama el cuento oriental de Los durmientes que despiertan, que, acaso tradicionalmente, hubo de penetrar pronto en Europa.
En cambio, parece que, por compensación o por la urgencia de recuperar el tiempo perdido, los pueblos que se despiertan más tarde del supernaturalismo al racionalismo, se despiertan más completamente.
Algo más afortunado fué este autor en la comedia histórica, no siendo posible negar que sus Cuentas del Gran Capitán, Enrique el enfermo y Picarillo en España, sobresalen por el interés que despiertan y por la viveza de la exposición, aunque sea también cierto que muy pocas bellezas de estas obras merezcan llamarse originales.
Nace de aquí el escasísimo interés que la mayor parte de estas novelas despiertan y el tedio que a la larga causan, como que carecen, en realidad, de principio y de fin, y de medio también, reduciéndose a una serie de escenas mejor o peor engarzadas, pero siempre de observación externa y superficial, siendo para el autor un arca cerrada el mundo de los misterios psicológicos, ya que fuera demasiada indulgencia aplicar tal nombre a los actos ciegos y bestiales de individuos en quienes la estupidez ingénita o los hábitos viciosos, llegados a la extrema depravación, han borrado casi del todo el carácter de seres racionales.
Palabra del Dia
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