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Actualizado: 24 de julio de 2025


Nada de eso, contestó la doncella; quien trae las nuevas es una de las lavanderillas que lavan los lacrimosos pañuelos de V. A. Pues hazla entrar al momento. Entró la lavanderilla, que estaba ya detrás de una puerta aguardando este permiso, y empezó a referir con gran puntualidad y despejo cuanto le había pasado.

Verificado ya el despejo, dijo Doña Blanca: Supongo y espero que, después de tan larga ausencia, honrará V. nuestra mesa comiendo hoy con nosotros. El P. Jacinto aceptó el convite, y Doña Blanca prosiguió: He creído advertir que estaba V. impaciente por hablarme á solas. Esto ha picado mi curiosidad. Todo lo que V. me dice ó puede decirme me inspira el mayor interés. Hable V., padre.

Como era de esperar, la prontitud y el despejo de Melisa, cautivaron al mayor número y provocaron el unánime aplauso. La historia de Melisa había inconscientemente despertado las más vivas simpatías de una clase de individuos, cuyas formas atléticas se apoyaban contra las paredes y cuyas bellas y barbudas caras atisbaban con inusitada atención.

Iba derecho como un huso; era hombre ágil y enjuto de carnes; y, si no sabía más que leer y escribir medianamente y las cuatro reglas, y si jamás había leído un libro, tenía gran despejo natural, aunque burdo. Jamás había turbado su conciencia con sutilezas morales. Así es que no le remordía, como hemos dicho, de haber contribuido a la ruina del marqués.

Es mi apología por este largo preámbulo, mi sola excusa para escribir esta narración, el génesis de este verídico relato. En un momento, despejó el terreno de los objetos que estorbaban, y luego nos invitó a todos a levantarnos y examinarlo nuevamente. Hicímoslo con gravedad; nada notamos sino el asfaltado pavimento.

Si ello es cierto, si el Comendador está obcecado en sus impiedades, ármate de prudencia y pide al cielo que te salve. Procura también traer á tu tío al buen camino. tienes extraordinario despejo y don de expresarte con primor y entusiasmo. El Altísimo, además, se vale á menudo de los débiles para sus grandes victorias.

Su hija y Lucía la habían cuidado, la habían velado con el mayor cariño y esmero. Los accesos de delirio se habían renovado con largas intermitencias de postración. La cabeza de Doña Blanca se despejó al cabo por completo; pero su estado era digno de lástima: la respiración, corta y anhelante; la voz, alterada y ronca; imposibilidad de estar acostada; necesidad de estar incorporada.

No le gustaban los jornaleros, y con instinto superior a sus años, adivinaba que los señoritos eran peligrosos. Como crecida a puerta de calle, sabía mucho más de lo que debe ignorar la pureza; pero esto que, a ser ella tonta, hubiera constituido un escollo, dado su natural despejo se trocaba en ventaja.

1.º El calavera debe tener por base de su ser lo que se llama talento natural por unos; despejo por otros; viveza por los más: entiéndase esto bien; talento natural: es decir, no cultivado. Esto se explica: toda clase de estudio profundo, o de extensa instrucción, sería lastre demasiado pesado que se opondría a esa ligereza, que es una de sus más amables calidades.

Esto solo le envalentonó mucho y le despejó el camino por donde fue aproximándose poco a poco al trato casi familiar con la viuda y con su hija.

Palabra del Dia

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