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Actualizado: 20 de julio de 2025


Por eso temía el final y lo evitaba. Pero era preciso acabar: á las toses siguieron los bostezos, á los cuchicheos los murmullos. Buscaba sin cesar el remate; daba vueltas alrededor del asunto, procurando una salida airosa; pero no encontraba escapatoria; la palabra se deslizaba de su boca, y afluía continua, sin solución, infinita. "Es preciso concluir," decía la voz interior. "¿Concluir?

De repente, la marquesa cerró la ventana y sentóse junto a ella, al lado del pequeño secrétaire en que solía despachar su correspondencia ordinaria. Había escuchado a lo lejos el ruido de un coche que se deslizaba sobre las enarenadas calles del parque, y a poco, un criado anunciaba en el gabinete al marqués de Sabadell.

Con la frente bañada en un sudor frío, los ojos extraviados y agarrado fuertemente al árbol, parecía hallarse en presencia de un espectro. Su agonía se prolongó cerca de media hora. Por último, la voz femenina pronunció un adiós y dejó de escucharse. Octavio pudo ver una figura breve y gentil que se deslizaba por la huerta y desaparecía.

El Confianza se deslizaba como una exhalación por la rápida pendiente; la rueda apenas batía las aguas y volábamos sobre ellas; mientras allá arriba, en la casucha del timonel, seis manos robustas mantenían la dirección del barco.

La vida se deslizaba igual, monótona, soñolienta. Pero al fin se acostumbró a ella. El campo, donde permanecía casi todo el día, vigorizó su cuerpo y comunicó a su espíritu un equilibrio que le preservó para siempre del tedio.

Como aquel valle era más abierto, la brisa de la noche no había dejado reposar la bruma sobre el río: manteníala en las orillas formando dos blancas murallas gaseosas, por medio de las cuales el agua se deslizaba suavemente, despidiendo reflejos plateados. Por encima se extendían los pardos castañares, arraigados en las faldas de las colinas.

Tenía dos compañeros: Cabritilla, empleado en la administración del barrio central, tieso, y amarillo como una vela de entierro y el petulante teniente Conceiro, hábil tocador de viola francesa. Mi existencia se deslizaba equilibrada y tranquila.

Se izó todo el trapo en un momento; y con el terralillo que aún duraba, aunque en la agonía, y la vaciante, comenzó el Flash a navegar hacia fuera. Como el impulso del aire era tan leve y el agua no oponía resistencia, la quilla se deslizaba sin el cortejo de espumas y rumores que Nieves echaba muy en falta.

Si los acreedores se mostraban amenazantes, recurría al «secretario». Debía ver á mamá inmediatamente: él quería evitarse sus lágrimas y reconvenciones. Y Argensola se deslizaba como un ratero por la escalera de servicio del caserón de la avenida Víctor Hugo.

Más allá, fue pasando el Goethe entre filas de vapores de diversas hechuras y capacidades. Formaban una ciudad flotante, una ciudad muerta, sin otro signo de vida que algún bote que se deslizaba de un buque a otro.

Palabra del Dia

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