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Actualizado: 24 de junio de 2025
Al verle de pie, sus dos camaradas se aproximaron sonriendo á Ferragut, «¿Qué deseaban tomar?» Les invitó á sentarse en torno de su mesa; pero tenían prisa: iban á ver al consignatario de sus barcas. Ya lo sabe, capitán dijo el patrón al despedirse . Esos demonios le buscan para jugarle una mala pasada. Usted sabrá por qué... ¡Mucho ojo! En el resto de la tarde hablaron poco Ferragut y Tòni.
Ojeda debía decir algo a don José para que asistiese a la fúnebre ceremonia. Y aquél aceptó, yendo en busca del cura. Estaba ya en su camarote preparándose para dormir, pero al saber lo que deseaban de él, se enfundó de nuevo en la sotana. Era un bracero de la Iglesia, siempre dispuesto al trabajo.
Claro está que si cometo la torpeza de pintárselo como un héroe, ella no podrá menos que enamorarse. "Decididamente mi opinión es esta: con el recuerdo de la ocasión en que se hablaron con tanta galantería, el año pasado, los dos se habían llenado la imaginación y deseaban volverse a ver; se vieron y la pasión no se produjo. Yo deseo infinitamente que así sea.
La nobleza intentó nombrarlo diputado en los Estados generales, pero su delicada salud le impidió aceptar. Los republicanos también deseaban que fuese miembro de la Convención, pero tampoco aceptó.
Deseaban ciertos mozos recibir el Pan de los Ángeles; mas el Padre les dió á entender que no se lo concedería jamás si primero no corregían y enmendaban cierta libertad que tenía algún resabio de gentilismo; ellos, sin otra diligencia, obedecieron luego; y aunque les costaba no poco, se enmendaron totalmente de la dicha costumbre.
También hacían entonces la poda, que provocaba conflictos entre los viñadores y hasta algunas veces había ocasionado muertes, por si debía hacerse con tijeras, como deseaban los amos, o con las antiguas podaderas, unos machetes cortos y pesados, como lo querían los trabajadores.
En el caso presente, sin embargo, había cinco que no lo deseaban. Injusto sería decir que el señorito L'Ambert careciese de valor; pero no ignoraba que un duelo semejante, con motivo de una bailarina de la Opera, comprometería gravemente los prestigios de su bien acreditado bufete.
La primera que lo observó, después de la interesada, fue su hermana. Luego fue del dominio público. Eduardito descaecía a ojos vistas; la nariz, siempre protuberante, se le había pronunciado de tal modo insólito y bárbaro, que más parecía accesorio defensivo de algún animal extraño, que parte integrante del organismo humano. Todos deseaban que aquello se resolviese de alguna manera.
Y montó en el carruaje, abriéndose paso entre los vecinos y curiosos agrupados frente a la casa, los cuales deseaban mucha suerte al señor Juan. Para la familia era más angustiosa la tarde cuando el espada toreaba en Sevilla. No tenían la resignación de otras veces, que les hacía aguardar pacientemente el anochecer con la llegada del telegrama.
Además, como los mancebos más acomodados del pueblo deseaban casarse con Carmen, y sólo los contenía para hacer sus propuestas el miedo que tenían a Pablo, cuyo valor era conocido y cuya desesperación le hacía capaz de cualquiera locura, se hacía urgente tomar una providencia para desembarazarse de un sujeto tan pernicioso.
Palabra del Dia
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