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Actualizado: 19 de julio de 2025


Iba á ser un hermoso hombre de combate, un digno descendiente del cosaco y del guerrillero de las montañas españolas. Pero esta satisfacción fué corta. De todas sus heridas «de suerte», que sólo le molestaban ligeramente al cambiar las estaciones, una le afligía de tarde en tarde con dolorosas crisis.

Cuando la vieja quedaba sola en él, crujían los muebles como si hablasen entre ellos, palpitaban los tapices movidos por su cara oculta, vibraba en un rincón un arpa dorada de la abuela de don Jaime, y ella no sentía miedo nunca, porque los Febrer habían sido gente buena, simple y bondadosa con sus servidores. ¡Pero ahora, después de oír tales cosas!... Pensaba con cierta inquietud en los retratos que adornaban la pieza de recibimiento. ¡Qué cara la de aquellos señores, si habían llegado hasta ellos las palabras de su descendiente!

Uno de los más nobles nombres de la vieja Francia, el de los Odón de Pierrepont, era llevado, y bien llevado, hacia 1875, por el marqués Pedro Armando, quien frisaba entonces en los treinta años, y venía a ser el último descendiente masculino de tan ilustre familia.

El matón no era el Ferrer: era él, señor de la torre, descendiente de tantos varones ilustres y orgulloso de su origen. La vergüenza le hizo tímido, sumiéndolo en torpe confusión. No sabía cómo irse ni por dónde escapar.

Allí estaban el Barón de Castell-Bourdac, quien casi o sin casi es del Faubourg; dos príncipes rusos, descendiente uno de Gengiskan y otro de un compañero de Rurik; tres marqueses italianos; y una condesa polaca, de la clarísima estirpe de los Jaguelones.

Clara se opone porque su amante no participe de su vergüenza. Mientras tanto, vienen á la casa de Malec el corregidor Zúñiga y Don Fernando de Valor, otro descendiente de los reyes de Granada, que se ha hecho también cristiano, para anunciarle que, hasta la resolución de la contienda suscitada, ha de servirle su casa de cárcel.

La industria serviría ahora para que afirmase su importancia social aquel descendiente de virreyes y santos arzobispos. El Señor bendeciría con su protección al cognac y las bodegas... El capataz de Marchamalo sintió la muerte del amo más que toda la familia.

Tambien escribia versos en aquel siglo un poeta murciano, descendiente de judíos i llamado Diego Beltran Hidalgo, hombre de grandisima memoria i de no menor facilidad en hacer versos i en saberlos glosar con suma destreza.

Juan Bou, para lo cual dicho se está que ha de emplear dos varas de cañamazo. Eso no importa. Yo regalo el cañamazo y las lanas. La enferma irá a convalecer a la sombra del árbol de la Ipecacuana, ese árbol milagroso, señoras, que está plantado en la litografía de la calle de Juanelo, y que ansía estrechar entre sus ramas a la descendiente de cien reyes.

Gabriel enumeraba las incongruencias inexplicables que se encontraban en el cuerpo humano suponiéndole un origen divino. A decía me enorgullece más mi origen animal, ser un descendiente histórico de seres inferiores, que haber salido imperfecto de las manos de un Dios torpe.

Palabra del Dia

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