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Actualizado: 10 de junio de 2025
Al hacer sonar el recio aldabón de la portalada se quedó asombrado y trémulo. ¿Qué iba a decir? ¿Por quién preguntaría? ¿Cómo estaba él allí, anhelante y resuelto, rendido de rodar por mares y tierras con desatinado afán?... ¿Con qué derecho llamaba en aquella puerta con aire tan firme y arrogante?...
Era, con todo, tan inverosímil y tan desatinado el suponer que un hombre, que había pasado ochenta años sin querer casarse, pensase en tal locura cuando ya tenía un pie en el sepulcro, que ni la madre de Pepita, ni Pepita mucho menos, sospecharon jamás los en verdad atrevidos pensamientos de D. Gumersindo.
Como las tales cosas no ofrecían aspecto nuevo ni muy alarmante, se despidió de mi tío, y de los que con él nos quedábamos en la casona, y se fue con los últimos tertulianos, uno de los cuales era Pito, que tropezaba con gentes, bancos, puertas y tabiques, de puro aceleradote y desatinado que le habían puesto las alabanzas y los arrumacos de Tona.
Pero si había familia en el domicilio, como era también de creerse, serían muy contados los ratos que faltara de él la madre... «u el padre». De modo que resultaban posibles contra nosotros tres, en aquel desatinado empeño, dos osos, sin contar la prole, que podía ser abundante y talludita.
Pero ahora, te lo juro, ¡yo mataría, con puñal, como un hombre del pueblo! Julio, saliendo de su tranquilidad, repentinamente, puso una mano sobre la muñeca de Muñoz y se la oprimió con un movimiento nervioso: ¿Estás seguro, en todo caso le interrogó de que le tienes verdadero amor? No, no me mires como si te preguntara algo desatinado.
Por mi parte volví corriendo al comedor y tomé del hogar una sólida barra de hierro destinada a atizar el fuego. Lleno de terror, desatinado, descargué con ella fuertes golpes sobre la puerta y por último disparé mi revólver contra la cerradura, que saltó en pedazos y se abrió la puerta. ¡Venga una luz! dije, pero Sarto siguió apoyado en la pared, inmóvil.
¡No que no! ¡Vaya, Don Ignacio, que hoy está usted de lo más... de lo más desatinado! ¡Que no me ha de importar a mí que usted se condene o se salve, que usted sea cristiano o judío! Judío... lo que es judío no lo soy respondió Artegui, tratando de dar al diálogo giro festivo. Es lo mismo... renegar de Cristo es ser judío en suma.
Estando el pueblo alegre y descuidado, En sus casas comiendo cada uno, Con un furor horrible desfrenado, Se forma un tal temblor tan importuno, Que sale cada cual desatinado, El remedio buscaban oportuno: Y huyen, no esperando el hijo al padre, Ni al hijo su querida y dulce madre.
Tu suerte se mudará, replicó el animal de la estrella: verdad es que toda la vida serás tuerto; pero, como no sea eso, vivirás bastante feliz, con tal que nunca hagas el desatinado propósito de ser completamente cuerdo. ¿Con que eso es cosa que no es posible conseguir? replicó Memnon arrancando un sollozo.
Palabra del Dia
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