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Actualizado: 3 de julio de 2025
Pues bien; te embolsas tu herencia y sigues, con tu marido, en la esfera de modestia, quietud y desahogo en que todos vivimos. ¿No quieres? ¿No aceptas mi plan? No lo acepto, no dijo Isidora de muy mal humor . Es un plan tonto. ¡Ah mimosa! ¿Sabes lo que debo yo hacer, en vista de tu rebeldía?
También ésta sentía ahora la necesidad de un desahogo y sus palabras se anticiparon al deseo de Raquel. Arrojó sobre la cama, con un gesto de desolación, la piel y el sombrero, y empezó a contarle, minuciosamente, lo que había ocurrido tres días antes en casa de las Aliaga.
El autor, que estaba a mi lado, pálido como un muerto, se desahogó con algunas palabrotas groseras y se fue al cuarto de Pepe en vez de el de Clotilde, donde sus amiguitos le consolaron, echando la culpa del fracaso a aquélla y encendiendo más y más la ira que rebosaba de su corazón.
Poco tiempo tenía la mujer del empleado del Banco para consagrarle a estas malas pasiones de pura fantasía y mala intención; necesitaba la atención para la prosa de la vida que era bien difícil; pero algún desahogo había de tener: pues bien, este, procurar que Ana fuese al fin y al cabo como todas.
Un día me encontré en su casa en pleno embargo y á Lea en medio de una avalancha de papel sellado y llorando delante de sus alhajas que en tanta estima tenía y que valían mucho dinero. Sus proveedores, exasperados por el desahogo y la falta de cumplimiento de mi amiga, habían preparado aquella ejecución. Mi primer movimiento fué sacar la cartera y preguntar al alguacil: ¿cuánto?
Pensaba luego que Juanita, aunque en aparente libertad, estaba muy vigilada por su madre, y como madre e hija vivían con cierto desahogo, no era de presumir que, si él tuviese intenciones pecaminosas, ellas cediesen, sino que en todo caso cederían in facie Ecclesiae y llevando al cura por delante.
Después, como nos tiene seguros á causa de nuestro pasado, sólo da lo necesario para vivir con cierto desahogo. ¿Qué voy á, hacer en aquellas tierras?... ¿Debo pasar el resto de mi existencia vendiéndome á cambio del pan?... No quiero: ¡antes morir! La desesperada afirmación de su pobreza hizo sonreír burlonamente á Ferragut.
Estas calumnias le servían de desahogo y si le preguntaban el motivo de su inquina, contestaba: «Señores, yo me debo a la causa que defiendo, y veo con tristeza, con grande, con profunda tristeza que esa señora, la Marquesa, doña Rufina, en una palabra, desacredita el partido conservador-dinástico de Vetusta». Después de saborear el tributo de admiración del público, Ana miró a la bolsa de Mesía.
El calor le habrá hecho a usted daño le dijo el joven con una emoción que en vano trató de dominar; y si se quitase un momento el antifaz... La desconocida rehusó de nuevo, limitándose, para respirar con más desahogo, a echar hacia atrás la capucha de su dominó, que le cubría la frente. Arturo vio entonces una hermosa cabellera negra, que caía en rizados bucles sobre la espalda.
Palabra del Dia
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