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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Si se atiende á las 48 leguas que Silvestre Antonio de Roxas pone desde el Payen hasta los Césares, caminando de norte á sur, con los 33 grados que refiere hay de Buenos Aires al Payen, no se diferencia mucho de lo que tendrá la mitad del camino, y de lo que aumenta el rumbo del poniente: porque lo demas que cae en las pampas, alejándose del sud-oeste, que es como quien endereza al mismo estrecho, queda del camino de dicho derrotero cerca de la mar, otro tanto cuanto hay por el cabo de San Antonio en la boca del Rio de la Plata.
Alma de luz, de sol y de armonía, que en medio de este siglo de odio fiero, descuellas indicando un derrotero a la soberbia humanidad del día; bardo de paz y de combate rudo, que la bandera azul tan alto agitas, ¡divino soñador, yo te saludo! Mi musa a ti, con temblorosa mano, te ofrenda un haz de frescas sampaguitas ¡oh embajador del intelecto hispano!
Las tradiciones que hay en Chile, de lo que declararon allí dos hombres que salieron de dicho pueblo, á los 30 años de fundado, acreditan que no es fábula, y se conforman con el derrotero de Silvestre Antonio de Roxas.
La falta de la San Antonio y la pérdida del gran número de provisiones que llevaba, no hicieron vacilar la voluntad de hierro del navegante portugués, el cual siguió el peligroso y misterioso derrotero.
Con frecuencia terminaba sus narraciones con estos versos de Concha, en su Arte de Navegar: Por tierra y por mar profundo Con imán y derrotero, Un vascongado el primero Dió la vuelta a todo el mundo. Y aunque estos versos no tuvieran relación alguna con lo contado, por el tono solemne con que los recitaba mi tía Úrsula, me parecían un final muy oportuno para cualquier relato.
Sigue el buque francés su derrotero Impelido del soplo del Pampero Por el piélago azul. En tanto que el Corsario navegaba Y al divisar sus velas esclamaba «A los libres, salud.» Un negro bergantin pasó á lo lejos, Y de la mústia luna á los reflejos, Dijo, al ver su pendon: «Mirad, se llama de la mar señora «Esa bandera que enlutada llora «En el templo de Dios.
Saludé respetuosamente al prelado, que venía del fondo del Asia, como a un colega en peregrinación, y en breve el barco, bastante malo por cierto, surcaba las aguas del mar Caribe, siguiendo el derrotero tantas veces cruzado por las naves españolas en los tiempos en que las costas del Pacífico despoblaban a España, atrayendo a sus hijos con el imán del oro.
Al hacerse de noche izamos la vela de la ballenera y comenzamos a navegar hacia el norte. El capitán quería apartarse del derrotero habitual y desembarcar en alguna de las Canarias.
El primero que tuvo la idea de trazar su itinerario fué el P. Chome, en una de sus cartas, escrita al P. Vantiennen, fecha 17 de Mayo de 1738 . Su derrotero comprende desde Buenos Aires hasta San Ignacio de los Zamucos, en la provincia de Chiquitos, en donde hacia su habitual residencia.
Todo tiene aquí bajo marcado el derrotero: el rio, hasta el mar hondo sigue el curso ligero, la abeja laboriosa va de la flor en pos; que tiene su destino todo vuelo que zumba: el águila á los cielos, el vampiro á la tumba, la golondrina al nido y la oracion á Dios.
Palabra del Dia
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