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Actualizado: 7 de junio de 2025
La sangre se agolpó con furia a su rostro, y emprendió de nuevo la marcha, vacilante, hacia casa. Como estaba tan desprevenido, aquel desprecio fué una puñalada que le llegó a lo más vivo. Llegó a casa en un estado de agitación deplorable. Aunque se sentó a la mesa, haciendo esfuerzos por calmarse, el estómago, repentinamente turbado, no quería admitir los alimentos.
Cuando vinieran a darse las dos corridas, ya se habrían comido el producto de ellas. El espada mostrábase igualmente malhumorado en la soledad de su hotel, pero no a causa del tiempo, sino de su mala suerte. Había toreado la primera corrida en Madrid con resultado deplorable. El público era otro para él.
Encontrola en el estado más deplorable, sentada en un rincón del cuarto, tras un sofá viejo, los pies desnudos, el vestido muy a la ligera, encorvada sobre sí misma, en desorden el precioso cabello. Con ambos índices se tapaba los oídos, y su mirar revelaba espanto de pesadilla.
Y no es solo contra los actores, sino también contra los autores este desprecio. Ignoran los usos y costumbres de la buena sociedad; cuando la describen se equivocan del modo más deplorable. En fin, todo son cursis. Lo que llaman en Francia alta comedia no es posible entre nosotros.
Ya ve usted cómo, por una deplorable herencia del infortunio y de la muerte, me he casado con otro; de modo que si le he hecho traición ha sido por obedecer la voz de la naturaleza y de la tumba; y lo que todas las potencias del mundo no me hubieran obligado a hacer, lo ha obtenido la última mirada de mi madre.»
Pero la deplorable comezon de greco-romanizarlo todo que empezó en el siglo XVII, tiene á estas interesantísimas parroquias completamente estropeadas por dentro.
Es el menor y lo mimamos de un modo deplorable; porque ya sea yo, ya sea su padre, es preciso absolutamente que uno de los dos lo tenga bajo sus ojos, absolutamente.
Y aún es más extraño y más deplorable que, al negar en el día lo maravilloso que consuela y que eleva los corazones, no suele buscarse lo llano y lo sencillo, sino otro maravilloso, que quiere limitarse á ser natural, y que es desconsolador y mil veces más enmarañado que todas las teologías y que todas las mitologías.
Nada espiritualiza tanto el amor como el envolverlo en la idea de la muerte, pues con ello se traslada al mismo cielo. Ya ves cómo una pequeña enfermedad puede dar sublimidad a la vida. Si la humanidad fuera inmortal se vulgarizaría de una manera deplorable. Esta charla a grifo suelto es ya muy larga. Y no he hablado aún del interesante contenido de tu carta.
Se creen el primer pueblo del mundo, en todo y por todo, no obstante su debilidad, su ignorancia, sus hábitos de desaseo, mendicidad y empleo-manía, y su deplorable indiferencia por los intereses comunes, que es el mejor abrigo de los malos gobiernos. Eso no pasará sino á virtud del roce con los demas pueblos. La libertad tendrá que hacer muchos milagros en España.
Palabra del Dia
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