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Actualizado: 6 de julio de 2025


En este tiempo andaba peregrinando tambien por tierras estrañas, temeroso de las iras del Santo Oficio de la Inquisicion, el judaizante Juan Pinto Delgado, autor del Poema de la reina Ester, de las Lamentaciones del profeta Jeremías, de la Historia de Rut, i de otras poesías que dió á la estampa en París bajo el amparo del famoso cardenal de Richelieu, valido de Luis XIII rei de Francia.

Era guapo a lo romántico, de estatura regular, rostro ovalado pálido, de hermosa cabellera castaña, fina y con bucles, pie pequeño, buena pierna, esbelto, delgado, y vestía bien, sin afectación, su ropa humilde, no del todo mal cortada.

La señorita de Delgado siguió de esta manera: Si recuerdo en la noche solitaria el nombre de la prenda de mi amor, se presenta hechicera a mi memoria la imagen de su rostro encantador: y eres, esperanza, quien me anuncia que amante corresponde a mi pasión, y sólo tu dulzura es quien mitiga mi tormento cruel y mi aflicción.

Primeramente se costea el arroyuelo de Trinidad; se pasa este en seguida por un punto, como una legua distante de una estancia de la mision; se encuentra luego un delgado arroyo que atraviesa por un bañado, y un poco mas adelante la estancia de San-Miguel donde se ven muchos ganados.

El café deriva su nombre de la ciudad de Kaffa en Abisinia, país del que se supone que es originario el árbol del café. Su nombre botánico es Coffea arabica, porque fué en Arabia donde primero se cultivó y explotó para el uso que hoy tiene. Una planta de café ordinaria alcanza una altura de 14 a 18 pies, siendo su tronco largo y delgado sin ramas en su parte baja.

Explicó Ponte Delgado su inopinado renacer a la vida hípica, por el compromiso en que se veía de ir al Pardo en excursión de recreo con varios amigos, de la mejor sociedad.

Y era lindísima: fisonomía suave y aristocrática; perfil correcto; labios ingenuos, expresivos, como entreabiertos levemente por una exclamación de sorpresa; las mejillas con los tintes de la rosa: la cabeza artística y gentil; el cuello delgado y donairoso.

»Pálido, delgado, la tez morena, la frente arrugada, Teobaldo, que apenas contaba veinte años, parecía rayar ya en los cuarenta; pero en cambio era de los hombres más instruidos de Italia en historia y en teología, y conocía a la perfección muchas lenguas.

Pero el amor mudo y constante de Anselmo y Felicita encerraba, bajo el aspecto ridículo, emoción patética. Buscábanse sin cesar Anselmo y Felicita, vivían el uno para el otro; pero la Némesis antojadiza había herido de mudez a Anselmo y colocado entre los dos, además de esta barrera de silencio, un ancho valladar infranqueable, aunque de aire delgado y transparente.

Un joven largo y delgado doblaba cuanto podía el espinazo para abrazar a una señorita diminuta que se empinaba sobre la punta de los pies. Una dama ajamonada y obesa se apoyaba lánguidamente sobre el hombro de un muchacho, embadurnándole la levita con el blanco cera de Circasia.

Palabra del Dia

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