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Actualizado: 2 de julio de 2025


Vuelven los días de jarana, y ya estamos suspirando otra vez porque se acorte la cuerda. Así somos, y así creo que seremos hasta que se afeiten las ranas». Es la condición humana. Así viven y se educan las sociedades dijo el Delfín . Lo que a no me gusta es que esto se haga por otra vía que la de la Ley.

Estupiñá siguió aún más de una semana sin salir de casa, y el Delfín iba todos los días a verle ¡todos los días!, con lo que estaba mi hombre más contento que unas Pascuas, pero en vez de entrar por la zapatería, Juanito, a quien sin duda no cansaba la escalera, entraba siempre por el establecimiento de huevos de la Cava. Perdición y salvamento del Delfín i

Con mucho donaire, la muchacha se llevó a la boca por segunda vez el huevo roto y se atizó otro sorbo. No cómo puede usted comer esas babas crudas dijo Santa Cruz, no hallando mejor modo de trabar conversación. Mejor que guisadas. ¿Quiere usted? replicó ella ofreciendo al Delfín lo que en el cascarón quedaba.

Trataba a su mujer con un cariño tal, que... vamos, se le tomaría por enamorado. Sólo allí, de aquella puerta para adentro, se descubrían las trastadas; sólo ella, fundándose en datos negativos, podía destruir la aureola que el público y la familia ponían al glorioso Delfín. Decía su mamá que era el marido modelo. ¡Valiente pillo!

Por respeto a misma, nunca había hablado de esto a nadie, ni al mismo Delfín. Pero una noche estaba este tan comunicativo, tan bromista, tan pillín, que a Jacinta se le llenó la boca de sinceridad, y palabra tras palabra, dio salida a todo lo que pensaba. « me estás engañando, y no es de ahora, es de hace tiempo. Si creerás que soy tonta... El tonto eres ».

Y estaba tan agradecido a la visita del Delfín, que no hacía más que mirarle recreándose en su guapeza, en su juventud y elegancia. Si hubiera sido veinte veces hijo suyo, no le habría contemplado con más amor. Dábale palmadas en la rodilla, y le interrogaba prolijamente por todos los de la familia, desde Barbarita, que era el número uno, hasta el gato. El Delfín, después de satisfacer la curiosidad de su amigo, hízole a su vez preguntas acerca de la vecindad de aquella casa en que estaba. «Buena gente respondió Estupiñá ; sólo hay unos inquilinos que alborotan algo por las noches. La finca pertenece al Sr. de Moreno Isla, y puede que se la administre yo desde el año que viene.

Mira allí prosiguió el Cojuelo cómo se está quejando de la orina un letrado, tan ancho de barba y tan espeso, que parece que saca un delfín la cola por las almohadas. Allí está pariendo doña Fáfula , y don Toribio su indigno consorte, como si fuera suyo lo que paría, muy oficioso y lastimado; y está el dueño de la obra a pierna suelta en esotro barrio, roncando y descuidado del suceso.

Quedose aletargado; pero en seguida abrió los ojos, y lo primero que vieron fue los de Jacinta, fijos en él con atención amante. Cuando se durmió de veras, la centinela abandonó su puesto para correr al lado de Guillermina con quien tenía pendiente una interesantísima conferencia. Una visita al Cuarto Estado i Al día siguiente, el Delfín estaba poco más o menos lo mismo.

Fortunata no daba un paso. Y se precipitó en los brazos del Delfín, lanzando este grito salvaje: «¡Nene!... ¡bendito Dios!». Olvidados de todo, los amantes estuvieron abrazados largo rato. La prójima fue quien primero habló, diciendo: «Nene, me muero por ti...». «Ven acá» dijo Santa Cruz cogiéndola por una brazo. Dejábase llevar ella, como la cosa más natural del mundo.

Y pues que á la instrucción moral se empeña, No traiga para ejemplos de la vida Lo que algún delirante enfermo sueña; Que ni la plebe es bien que se despida Después que te prestó grato silencio, Si no desesperada, desabrida. Fúndate en verosímiles acciones, No en la selva al delfín busquen las redes, Ni al jabalí en el piélago á los canes, Pues que en sus patrias oprimirlos puedes.

Palabra del Dia

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