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Actualizado: 1 de mayo de 2025
19 Mas si vosotros os volviereis, y dejareis mis estatutos y mis preceptos que os he propuesto, y fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis, 20 yo los arrancaré de mi tierra que les he dado; y esta Casa que he santificado a mi Nombre, yo la echaré de delante de mí, y la pondré por proverbio y fábula en todos los pueblos.
Dejaréis veinte hombres aquí, en el sendero que parte de la cañada, y regresaréis apresuradamente á este mismo lugar después de vuestro rápido ataque. ¿Qué proyectáis, Morel? Después lo veréis. Roger, me seguirás llevando por la brida un caballo de repuesto.
Dejaréis, por tanto, seguir á la Diligencia su rumbo al Sudoeste, y vosotros tomaréis el sendero que preferían siempre los Condes de Oropesa para dirigirse á Yuste desde su mencionada villa señorial, ora cuando el famoso Garci-Álvarez iba, á principios del siglo XV, á proteger la fundación del Monasterio, ora cuando un descendiente suyo acudía, ciento cincuenta años después, á visitar á Carlos V ó á asistir á sus exequias.
31 Les respondió Jesús: ¿Ahora creéis? 32 He aquí, la hora viene, y ya es venida, que seréis esparcidos cada uno por su cabo, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo. 33 Estas cosas os he hablado, para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis apretura; mas confiad, yo he vencido al mundo.
14 Al cabo de siete años dejaréis cada uno a su hermano hebreo que te fuere vendido; te servirá pues seis años, y lo enviarás libre de ti; mas vuestros padres no me oyeron, ni inclinaron su oído.
Supongo que este año no dejaréis pasar la temporada del Real sin abonaros como el año pasado... Su madre le mandaba callar con risita maligna, que era una invitación a proseguir. Rara era la tarde en que Carlota se sentase a coser con ellas que al fin no se levantase llorando. Un día, encarándose con Presentación, los ojos rasados de lágrimas, le dijo: Haces mal en burlarte de mí.
Andareis errante y lleno de entusiasmo por aquel bosque de columnas, os turbareis ante la espléndida magnificencia del santuario, dejareis el mihrab como un creyente del Profeta; y vos, sectario de la doctrina de Jesucristo, llegareis á maldecir al que se atrevió á derribar sus techos y á interrumpir la armonía de sus naves para levantar en ellas altares á vuestro Dios, altares á los que por él arrostraron el martirio.
Luego Bettina cambió bruscamente el curso de la conversación. ¿Enviaron el telegrama a Edwards ayer para los poneys? Sí; ayer antes de comer... ¡Oh! ¿me dejaréis manejarlos hasta el castillo? ¡me alegraré tanto de poder atravesar la ciudad y hacer una linda entrada al patio del castillo sin detenerme en la puerta!... decid... ¿querréis, verdad? Sí, sí, convenido, conduciréis los poneys.
Luego, así que haya entrado don Juan, vos saldréis de la casa, dejaréis la llave debajo de la puerta y os retiraréis. ¿Y quién ha de acompañarte cuando hayas concluído? El. ¡El! Sí, él. ¡Pero entonces ese veneno! No me preguntéis, por Dios, más. Prometedme hacer lo que os he dicho. Lo haré; pero no te comprendo. Os repito, Manuel, que por caridad no me atormentéis más.
Palabra del Dia
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