Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 6 de mayo de 2025
Lléguese, pues, a todo esto, el día y la hora de recebir el grado de su ejercicio; lléguese un día de batalla, que allí le pondrán la borla en la cabeza, hecha de hilas, para curarle algún balazo, que quizá le habrá pasado las sienes, o le dejará estropeado de brazo o pierna.
Los gastos son enormes, los deudores numerosos, y las operaciones que se malogran, por falta de confianza o de oportunidad, incalculables. ¡Ese Jacintito! Nunca fué un socio de consejo, y pronto dejará de ser un socio de dinero, porque el capital está ya comprometido; cada jugada de Bolsa del atolondrado joven es un golpe de azada para la casa, que descubre ya sus poco seguros cimientos.
La horticultura, tanto en Marianas como en todo el Archipiélago filipino, podría ser mucho más completa de lo que es. Una buena inteligencia combinada con un suelo virgen y una atmósfera impregnada periódicamente y por horas de humedad y calor, no es posible dejara de encontrar en raros productos verdaderas fuentes de riqueza.
De que vio no le aprovechar nada su remedio, dijo: "Este arcaz está tan maltratado y es de madera tan vieja y flaca, que no habrá ratón a quien se defienda; y va ya tal que, si andamos más con él, nos dejará sin guarda; y aun lo peor, que aunque hace poca, todavía hará falta faltando, y me pondrá en costa de tres o cuatro reales.
Y va ya tal, que si andamos más con él, nos dejará sin guarda. Y aun lo peor, que, aunque hace poca, todavía hará falta faltando y me pondrá en costa de tres o cuatro reales. El mejor remedio, que hallo, pues el de hasta aquí no aprovecha, armaré por de dentro a estos ratones malditos."
Tomó el mandamiento el cura, y vio como era verdad cuanto el cuadrillero decía, y cómo convenía con las señas con don Quijote; el cual, viéndose tratar mal de aquel villano malandrín, puesta la cólera en su punto y crujiéndole los huesos de su cuerpo, como mejor pudo él, asió al cuadrillero con entrambas manos de la garganta, que, a no ser socorrido de sus compañeros, allí dejara la vida antes que don Quijote la presa.
De pronto, se levantó, me asió, rápido como el rayo, por la cintura, y en el mismo instante me sentí suspendida sobre el agua. Lo miré riéndome. ¡Cómo!... ¡Cómo!... dijo. ¡No hay de qué reírse! Si te dejara caer... Me ahogaría... Pues bien, ¡déjame caer! No. Antes quiero que me confieses algo. ¿Qué? ¿Por qué no puedes sufrirme? Respiré profundamente.
El cura estaba en la puerta, quiso que le dejara las pruebas y, como yo no le conocía y tenía orden de ver al mismo señor Pepe, ¿está Vd.? no me dio la gana. Mire Vd., señorita, se puso hecho una fiera, y lo que me dio rabia fue que me se rió del uniforme: me llamó mamarracho, y dijo que me fuera a estudiar la dotrina.
La cama se hundió; rodamos por el suelo; y rodando llegamos al monte de maíz. Entonces salió la luna; entraron sus rayos por la ventana que yo dejara abierta, y vi a mi robusta aldeana, en pie, hundida una pierna entre los granos de oro y la rodilla de la otra clavada sobre mi pecho.
Dice que con la herencia que él le dejará, para nada necesita la carrera; quiere hacer de él un hombre a la moda, y quién sabe si tendrá pensado casarle por lo menos con la princesa de Asturias.... Y reía al decir esto con una risa misericordiosa, como si se sintiera elevado por encima de todas las miserias.
Palabra del Dia
Otros Mirando