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Actualizado: 3 de junio de 2025


El es el consuelo de mi alma, Señor, y el único apoyo de mi vejez desdichada. ¡Ay! ... Dejadme, por Dios, que a buscar a mi hijo vaya, y a esos hombres tan crueles decid que mal no me hagan. GUZMÁN. Me hace sospechar, don Nuño. NU

4 Por esto dije: Dejadme, lloraré amargamente; no os afanéis por consolarme de la destrucción de la hija de mi pueblo. 6 También Elam tomó aljaba en carro de hombres, y de caballeros; y Kir descubrió escudo. 8 Y desnudó la cobertura de Judá; y miraste en aquel día hacia la casa de armas del bosque.

El conde iba a lanzarse sobre D. Luis para destrozarle si podía; pero la opinión había dado una gran vuelta desde aquella mañana, y entonces estaba en favor de D. Luis. El capitán, el médico y hasta Currito, ya con más ánimo, contuvieron al conde, que pugnaba y forcejeaba ferozmente por desasirse. Dejadme libre; dejadme que le mate decía.

Es que no puede darse menos á un hombre como vos; contáos casi seguramente por capitán, y para que pueda enviaros la real cédula, dejadme noticia de vuestra posada. No todavía cual ésta sea. ¡Ah! pues entonces, volved por acá dentro de tres días. Para que podáis verme á cualquier hora, decid cuando vengáis que os envía el rey. Muy bien, padre.

, , ciertamente, estaba seguro de que me daríais las gracias dijo el señor Macey , y soy de opinión que... A propósito, ¿tenéis ropa que vestir los domingos? No dijo Marner. Eso pensaba dijo el señor Macey . Ahora dejadme aconsejaros que os proporcione un traje. Tookey es un hombre diablo, pero se ha hecho cargo de mi sastrería, y lo he habilitado con algún dinero.

Entonces, y como la atracción que le impulsaba hacia el cadáver era más poderosa á medida que se acercaba á él viendo que por codos no podía abrirse paso, dió á gritar de una manera desentonada: ¡Dejadme, dejadme pasar, por Dios! ¡quiero verla! ¿no oís que quiero verla antes de que se la lleven? ¡Dejadme pasar! Y redoblaba sus gritos.

Mas quien primero rompió el silencio fue Luscinda, hablando a don Fernando desta manera: -Dejadme, señor don Fernando, por lo que debéis a ser quien sois, ya que por otro respeto no lo hagáis; dejadme llegar al muro de quien yo soy yedra, al arrimo de quien no me han podido apartar vuestras importunaciones, vuestras amenazas, vuestras promesas ni vuestras dádivas.

EL ALCAIDE DE LA CÁRCEL, con barba y bastón. Una mujer está aquí Que quiere hablaros. Dejadme, 300 Fulgencio, si sois servido. Á veros vendré á la tarde. Llegó á la puerta cubierta; Pedíle que se destape, Y dijo que no quería. 305 Parecióme de buen talle Y cosa segura; en fin, Gustó de que la acompañe Á vuestro aposento.

Y volviéndose a uno de los criados: Decid que pongan el cupé, en seguida. No, señorita, no, os ruego. El aire libre me calmará... tengo necesidad de caminar... dejadme partir. ¡Partid, pues!... Pero no tenéis abrigo... Tomad este chal para cubrios. No tengo frío... mientras que vos... con ese traje... parto para obligaros a entrar.

A lo que doña Guiomar respondió, mirándole no tan ceñuda ya, ceño fingido, que si ella hubiera mostrado lo que sentía en el alma en el semblante, por bien hallado y dichoso hubiérase dado él: Cortés sois, bien nacido parecéisme y bien criado; dejadme que me asombre de veros en mi presencia, entrado aquí como un salteador pudiera entrarse, y sin más disculpa que la de la necesidad que habéis tenido de salvaros de ser preso.

Palabra del Dia

rigoleto

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