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Actualizado: 9 de junio de 2025


Su deformidad incipiente no era tal que le privara de los encantos de la niñez, antes bien daba risa verle erguir su cabezota con cierto aire de valentía, como un hijo de Atlante predestinado a superar a su padre en la facultad de cargar grandes pesos. «Deje usted al niño... Riquín, hijito; vas a irte un rato con Ramona... ¡Ramona!». Pero no le valieron sus artimañas.

En la época moderna los escultores procuran también revelar espíritus y símbolos, pero sólo logran hacerlo recurriendo a la deformidad, artificialmente, y así sus obras son casi siempre una caricatura. Nuestra época es incapaz de alzarse hasta la religiosa sabiduría helénica. Inútilmente algunos grandes espíritus han procurado enseñarla. Sus lecciones son voces solitarias, vagamente oídas.

Toda deformidad moral, todo vicio, toda dolencia, la fealdad física, las enfermedades, la miseria, el dolor y la muerte se despojaban en su pensamiento de horror y de amargura al considerar que deben sufrirse por el amor de Dios, y desvanecerse y disiparse, como la oscuridad de la noche cuando aparece la aurora, ante la esperanza de lo trascendente y de lo ultramontano.

De aquí que se cuenten muy pocas epopeyas con esta perfección genuina y legítima. En unas, la rudeza o deformidad del lenguaje afea torpemente la obra, y no permite que su beldad interior se exprese con limpieza y brío. En otras, cuando el pueblo no ha de lograr en lo futuro un alto desarrollo intelectual, tampoco se dan los gérmenes al principio, y de aquí lo vano o rastrero del contenido épico.

La mendicidad tiene en España sus fronteras perfectamente demarcadas. Donde la libertad falta, aquella reina con toda su repélente deformidad. En las provincias vascongadas ó está proscrita por la líbertad y el bienestar, ó tiene una forma que la hace cambiar de carácter. Los pobres de solemnidad que suele haber, no mendigan, sino que son recogidos y amparados dignamente por la caridad común.

»En lo moral, no me conozco ninguna deformidad, pero esta vez, soy yo el indulgente... signo característico de mi buen temperamento: busco una mujer, y no un dote...» Eso es lo que me hace falta exclamó Francisca. Buen muchacho... Silencio dijo Genoveva. Continúo...

III. Le ha usado muchas veces en los casos siguientes: deformidad de los huesos, afecciones orgánicas del corazon, aneurisma, hipertrofia del corazon, angina de pecho, asma crónico, epilepsia, de cuyo uso se felicita mucho. aquí cómo esplica las propiedades del nitrato de plata.

Brilla en toda ella un gran talento de exposición; la perversidad y ridiculez humana se ofrecen á nuestra vista en toda su desnudez y deformidad, y los caracteres, aunque copiados de la vida ordinaria, están dibujados con mano segura y se distinguen perfectamente unos de otros; el lenguaje de los amantes es fogoso, natural y apasionado, y la facilidad del diálogo, no exenta en general de valor y belleza poética, es á veces inimitable.

Sabios hay que, inclinados sobre sus retortas y sus libros, exponen diversos pareceres: dicen unos que la deformidad de la papera procede sobre todo de la falta de iodo en el agua potable, y que por el cruzamiento, la deformidad moral acaba por juntarse á la del cuerpo.

Dadme vuestro brazo á fin de que yo pueda andar de prisa, y tiremos adelante. Adelante, don Francisco, pero tiremos hacia palacio. ¡Hacia palacio, eh! pues que palacio sea con nosotros. Y marchando con cuanta rapidez les fué posible, que no era mucha á causa de la deformidad de las piernas de Quevedo, salieron de la calleja. Poco después entraban en ella muchos hombres con luces.

Palabra del Dia

rigoleto

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