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Actualizado: 24 de junio de 2025
Además, dígase lo que se quiera, á ningún maese Pedro le place mostrar por dentro el retablo de las figuras con sus jarcias y resortes; y si alguna vez lo hace, suele ser apretado por el deseo de defenderse de los pecados que le atribuyen ó de prevenir al público contra los errores de una crítica precipitada ó desleal.
Maximiliano, al oír esto, estaba profundamente embebecido, mirando el retrato de Rufinita Torquemada. La veía y no la veía, y sólo confusamente y con vaguedades de pesadilla, se hacía cargo de la actitud de la señorita aquella, retratada sobre un fondo marino y figurando que estaba en una barca. Vuelto en sí, pensó en defenderse; pero no podía encontrar las armas, es decir, las palabras.
Allí estaban los polvos de arroz.... Ahora lo comprendía todo; su mujer se estaba burlando de él. Sabía de sus amores, y aquella ida inopinada al teatro era un careo... sí, un careo de los criminales. Porque él era un criminal, claro. No importaba; sucediera lo que sucediera, había que defenderse como gato panza arriba.
Hasta Leto y él, y Cornias y el mancebo, y casi, casi, don Adrián, habían tenido que andar en la gresca. No recordaba él haber dado más garrotazos en su vida... ni a los moros de África. Triste era haberse ensañado tanto en sus propios convecinos; pero se habían ido hacia aquel lado todos los ganapanes de Villavieja, y hubo que defenderse y ayudar a los amigos.
Los soldados y los remeros cuelgan las hamacas de los árboles, y las cubren con una grande sábana, que por ambos lados llega hasta el suelo, la cual sirve para defender de la lluvia, y mas principalmente les sirve para defenderse de los mosquitos, de los cuales hay en aquellos rios increible multitud.
El patio mayor estaba todo entapizado por las paredes de muy ricos paños de raz, y por sobrecielo á manera de pabellon para defenderse del calor, se pusieron unas grandes velas de amarillo y colorado á tiras, con las armas reales de Aragon.
Como el escombro de caballo en que anda tiene los ojos vendados y no puede defenderse, por falta de fuerza y agilidad, cuando la púa del picador no resiste para contener el empuje del toro, este se aboca sobre el miserable rocin, le hunde las hastas aguzadas en el pecho y el vientre, lo despedaza y lo lanza á algunos pasos de distancia; quedando el picador tendido en el suelo, sin defensa, bajo la sangrienta y confusa mole del caballo y el toro.
En el año de 1633, un caballero navarro y de posición, que vino á Sevilla á particulares asuntos, hospedóse en la posada de la calle de Harinas, y como quiera que el tal fuese joven y de sangre inquieta, comenzó á requebrar á la mujer del posadero, con tanta insistencia y tan arriscado, que la mujer llegó á alarmarse, viéndose precisada á tomar algunas medidas para defenderse del peligro que la amenazaba.
Esto exige una justificación más especial. Con su corazón recto, pero muy exaltado, Gastón no ha podido defenderse de la influencia del espíritu de paradoja que ha presidido por completo la educación de las últimas generaciones.
El los vio quemar, los vio mirar con desprecio desde la hoguera a sus verdugos; y ya nunca se puso más que el jubón negro ni cargó caña de oro, como los otros licenciados ricos y regordetes, sino que se fue a consolar a los indios por el monte, sin más ayuda que su bastón de rama de árbol. Al monte se habían ido, a defenderse, cuantos indios de honor quedaban en la Española.
Palabra del Dia
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