United States or Syria ? Vote for the TOP Country of the Week !


Los jóvenes se sentaron á la par en el escaño y en voz baja y con largos intervalos de silencio comenzaron á hablarse, uno y otro tan tímidos que en la hora que así estuvieron no se miraron una vez á la cara. Al sábado siguiente volvió Nolo también, y al otro, y al otro; en fin todos los sábados. No hubo necesidad de declaración de amor: el amor se había declarado por mismo.

Buena prueba he dado con la obediencia con que dejé todo en mandándomelo, metiéndome en mil peligros y aventuras con mucha incomodidad y pobreza mía, no por el premio que podía esperar de tal Rey, sino por la satisfacción de mi ánimo de haber cumplido con mi obligación, como lo he declarado á D. Pedro de Toledo para que con brevedad procure el remedio, porque no viva más tiempo suspenso en este estado, miserable mucho y peligroso más, como él lo articularizará y calificará con las particularidades y verdades que á la boca le he referido.

Entonces el Uruguay fué declarado parte de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y el 18 de mayo de 1811, el general uruguayo José Artigas derrotó completamente al ejército español.

Después, en tono solemne, leyó una proclama de los soberanos aliados en la que declaraban «que habían declarado la guerra a la persona de Napoleón, pero no a Francia; y como consecuencia de ello todo el mundo debía permanecer tranquilo y no mezclarse en sus asuntos, so pena de ser quemados, saqueados y fusilados». Los cazadores oyeron la lectura y se miraron unos a otros con extrañeza.

Había declarado que no se servía de su arma habitualmente; pero ¿quién sabe de lo que es capaz un torpe dominado por el miedo? Lo menos que podía hacer, era despertar á todo el castillo. ¡Y entonces, escándalo, lucha, prisión acaso! En un momento, el cerebro sobrexcitado de Herminia imaginó muchos dramas. Bobart venía, sin embargo, muy pacíficamente.

Me habéis declarado la guerra y yo la acepto. Empiezo á bloquearos, procurando que el conde de Lemos no vuelva en mucho tiempo á la corte. Tras esto irán otras cosas. Vos lo queréis. Sea. Por lo demás, contad siempre, señora, con el amor de quien únicamente ha sabido apreciarosLa duquesa, después de leer esta carta, se quedó muda de sorpresa. Esta carta dijo al fin merece...

Estoy vestida de harapos... No me riñas, cada cual tiene su manera de ver las cosas de la vida. que me vas a sermonear, y hablarme de moral y qué yo... No entiendo tus medicinas. Te diré... Dios no quiere favorecerme, Dios me persigue, me ha declarado la guerra... ¡Qué pillín!

Así lo había declarado en efecto el maestro francamente en el prólogo que puso al volumen de poesías titulado Engaños y Desengaños, publicado por nuestro joven el año anterior. Merced a este prólogo, el libro había logrado una resonancia que no alcanzan de ordinario las producciones de los poetas noveles.

Y como no faltó allí quien ya los hubiera visto, en la gran posada de la Calle Nueva, donde ellos habían venido a parar y donde habían declarado su condición y sus nombres, pronto pasaron estos de boca en boca, y por donde quiera se oía decir: Esos son dos ricos y elegantes aventureros de Castilla; el más granado se llama Miguel de Zuheros, por sobrenombre Morsamor; y el jovencito, que es su doncel, se llama Tiburcio de Simahonda.

Los pobres tenian como declarado en la regla de S. Benito un derecho que por su singularidad merece mencionarse: para que no les faltase alimento, estaba terminantemente prohibido que ningun monge cediese á otro parte de su comida ó cena; de esta suerte, las sobras que dejaban los desganados ó de estómago pequeño llegaban intactas á los mendigos que socorria el monasterio.