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Actualizado: 4 de septiembre de 2025
Estaba frente á una alquería abandonada, y era «cosa antigua y de mucho mérito», al decir de los más sabios de la huerta: obra de los moros, según Pimentó; monumento de la época en que los apóstoles iban bautizando pillos por el mundo, según declaraba con majestad de oráculo el tío Tomba.
Si el hombre pudiese comer alfalfa declaraba sentenciosamente el Gallego quedaría resuelto para siempre el problema social, al haber en el mundo comida de sobra para todos. Por desgracia, sólo los animales podían asimilarse este alimento maravilloso.
Estaba satisfecho, cual si se hubiera creado y visto que era bueno. «Porque yo decía esforzándose en aliar la verdad con la modestia , no soy de lo peorcito de la humanidad. Reconozco que hay seres superiores a mí, por ejemplo, mi mujer; pero ¡cuántos hay inferiores, cuántos!». Sus atractivos físicos eran realmente grandes, y él mismo lo declaraba en sus soliloquios íntimos: «¡Qué guapo soy!
Desde las lueñes playas de la América virgen volvió el de Luzmela los ojos al pajarraco agorero, y le ahuyentó de un manotazo en el aire con enojo violento; en seguida buscó la mirada de la niña y encontró en ella una singular expresión dolorosa, como sólo recordaba haberla visto igual en los ojos de otra criatura: de aquella triste pecadora que murió del dolor de haber pecado.... ¿De dónde había sacado Carmen aquel secreto penar que se le declaraba en los ojos?
Verdad que acallaban sus escrúpulos diciéndose que Amparo muy pronto sería la duquesa de Requena, en cuanto terminase el luto de la anterior esposa. Seguía el pleito entre el duque y su hija, más empeñado cada día y encendido. La Amparo se declaraba parte en él entre sus amigos; gozaba soltando contra Clementina el odio mortal que la profesaba en palabras tabernarias.
Se temía igualmente que hubiera algún trastorno con motivo de los pronunciamientos, y algo debe haber de verdad sobre esto porque anoche hubo en el paseo una intentona. Hoy hemos pasado sin saber noticias de París, el pueblo estaba excitadísimo, cuando allá sobre las seis de la tarde llegó un correo portador del Senatus consulto, que declaraba la caída del imperio. El gozo fue grande.
Al anunciar a la nihilista que el Príncipe se había acusado, el juez había mentido en su empeño de llegar a la verdad; pero una duda asaltaba su mente en ese instante: si la joven al oír decir que Zakunine se declaraba culpable, había hecho por su parte otro tanto, ¿qué diría el Príncipe cuando conociera la confesión de su amiga? ¿Iban ambos a declararse culpables?
Si no, mírala bien, y verás cómo te digo verdad''. Servíanos de intérprete a las más de estas palabras y razones el padre de Zoraida, como más ladino; que, aunque ella hablaba la bastarda lengua que, como he dicho, allí se usa, más declaraba su intención por señas que por palabras.
Respóndeme a esto, que me tiene más suspenso y admirado que la misma desgracia en que me hallo''. »Todo lo que el moro decía a su hija nos lo declaraba el renegado, y ella no le respondía palabra.
Palabra del Dia
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