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Actualizado: 21 de mayo de 2025
De modo que hasta Septiembre... Hasta fines de Septiembre no nos veremos.... Don Álvaro hablaba alto, como si quisiera que le oyesen en toda la casa. Don Víctor lamentó aquella ausencia. Suspiró. «Era un nuevo contratiempo, nuevo asunto de tristeza». Notó don Álvaro que su amigo estaba menos decidor que antes, que se movía y gesticulaba menos.
Era don Mariano Vázquez que llamaba a la puerta de calle. Don Mariano, un cuarentón bien parecido y mejor conservado, se presentó como amable hombre de mundo. Manifestose alegre y decidor. Si tuvo una novia inconstante en otro tiempo, esa novia parecía ya harto olvidada. Dio durante la comida alguna broma a Adolfo, con una «elegante señorita» que había visto en la ventana de una casa vecina.
Mientras aguardaba al tren, más de un cuarto de hora estuvo preguntándose con ansiedad si tutearía a Delaberge, como en otros tiempos, o si por deferencia a su grado superior le hablaría de usted. Ahora ya, libre de aquel peso, se muestra alegre y decidor. Y mientras se saca del vagón y se carga el equipaje del inspector general contempla a su camarada y amablemente sonríe.
Glocester, al verle tan alegre y decidor, amable con amigos y enemigos ocultos se dijo: «¡Disimula! ¡Pues a disimulo no me ha de ganar este simoníaco!». Y se deshizo en amabilidad, cortesía y bromas lisonjeras. «Bueno era él». ¿Ha visto usted decía al salir de la catedral don Custodio qué satisfecho está el Provisor?
Desde aquel verano, desde que habían vivido juntos en la fonda de La Costa, don Víctor se había acostumbrado a la comensalía de don Álvaro; le encontraba a la mesa más decidor y simpático que en ninguna otra parte y le convidaba a comer a menudo.
«No sospechaba aquel ciego, tan inoportunamente alegre y decidor, que su amigo, su mejor amigo, al romper la marcha el tren había tenido tentaciones de arrojarse al andén; y después, de tirarse por la ventanilla a la vía, y correr, correr desalado a Vetusta, entrar en el caserón de los Ozores y coser a puñaladas el pecho de una infame...».
El ser que nos ocupa es franco, decidor, leal, caballero; participa de las buenas cualidades del mundo y el recogimiento ascético de la celda. Es, y esta es su principal cualidad, español por excelencia, y todas sus tendencias, lo mismo las que desarrolla en la plática, como en el púlpito, como en el hogar, tienden á la consolidación y bienestar de la colonia.
Froilán era un muchacho alegre y decidor, encantado de dejar la tranquila casa paterna por las aventuras y emociones del largo viaje que iban á emprender y de la guerra futura. Pero aquel día lo veía Roger callado y pensativo, contestando apenas á sus preguntas.
Alcachofa, el ladrón más decidor que he conocido, decía siempre, cuando lo llevábamos a la comisaría: ¡Aquí me tráin , señor!... ¡siempre por lo mismo!..., secuestro de marengos parodiando el estilo de los partes policiales ¡a un gringo que quería volar!
Por la mañana, cuando llevó el chocolate a Bringas, hallole alegre y decidor, tarareando canciones. Ella, por el contrario, se acobardaba considerablemente. Más tarde, Cándida, que era la encargada de traerle de casa de Sobrino las compras, para no infundir sospechas al ratoncito Pérez, le llevó varias cosas.
Palabra del Dia
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