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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Fortunata era buena, y bien claros estaban ya sus propósitos de decencia. Todo iba a pedir de boca, y lo que faltaba era concluir la carrera y... Al llegar aquí, un pensamiento que desde el principio de aquellos amores tenía muy guardadito, porque no quería manifestarlo sino en sazón oportuna, se le vino a los labios.
Su brazo parecía pensar; sus piernas veían el peligro, burlándose con su rebelión de las exigencias de la voluntad. Además, el público, reaccionando ante el insulto, vino en su ayuda e impuso silencio. ¡Tratar así a un hombre que estaba convaleciente de una cogida grave!... ¡Esto era indigno de la plaza de Sevilla! ¡A ver si había decencia!
A cada uno de estos vicarios podía dársele de sínodo para su decencia y manutención 500 pesos, sacados de los 2.000 que componen los diez compañeros que pudieran suprimirse en los diez pueblos dichos.
De que concluyo, parece fundada esta reforma, y aun justa, en beneficio de nivelar del mejor modo posible, y sin recargo del erario, la distribucion de la hacienda entre los párrocos; pues dedicados todos á tan alto é importante ministerio, nada mas justo que facilitarles los medios mas análogos á conservar la decencia y decoro de su estado cual corresponde, con la mas justa proporcion que sea posible, pudiendo efectuarse en la forma indicada, y asi continuar hasta que el aumento de poblacion reclame que se varie el método que se establezca.
Rumalda, no tengo tabaco dijo el atleta ; bájate al estanco... pronto, chica.... Pues como iba diciendo, si a un hombre como yo, que es todo pólvora, se le hubiera preguntado con decencia dónde había pasado el día y qué negocios traía con el futraque, el hombre habría contestado como un caballero. ¡Si aquí no hay misterio...! Que un señor, a quien conocí en casa de D. Felicísimo, viene a buscarme y me dice: «Sr.
Viose, pues, a Villamelón, el héroe del combate navo-terrestre de Cabo Negro, que tanto se había asustado con la desnudez relativa de los rifeños, pedir sin repugnancia y obtener sin espanto la mano de una ilustre salvaje completamente desnuda de alma; porque así como en bosques y desiertos se encuentran salvajes que ofenden la decencia con la desnudez de sus cuerpos, así también se encuentran en plazas y salones otros salvajes vestidos por fuera, que insultan el pudor con la desnudez interna de sus almas.
Porque de cuantas damas vio aquel día, ninguna le pareció a Fortunata tan señora como la de Santa Cruz, ninguna tenía tan impresa en el rostro y en los ademanes la decencia. De modo que si le propusieran a la prójima, en aquel momento, transmigrar al cuerpo de otra persona, sin vacilar y a ojos cerrados habría dicho que quería ser Jacinta.
A los enfermos los confiesan los curas y llevan el santísimo por viático a sus casas, lo que se ejecuta con bastante decencia, a que asiste siempre un buen número de indios músicos y otros que no lo son.
Los límites de la libertad mencionada son principalmente dos, que en manera alguna deseo yo que se traspasen. Uno de ellos es el que señalan la moral, la decencia y el decoro. Fija y traza el otro límite el gusto del público, contra el cual es inútil y peligrosa la lucha. El público paga y oye, aplaude ó silba, y en los espectáculos es juez inapelable, y árbitro soberano.
La verdad es que todo esto, doña Nieves y las placeras sus amigas, las mujeres de equívoca decencia que iban allí acompañadas de madres postizas, el mozo y sus familiaridades, el pianista y sus habaneras, aburrían a Juan Pablo soberanamente. Para colmo de hastío, Feijoo no era puntual y faltaba muchas noches.
Palabra del Dia
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