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Actualizado: 7 de junio de 2025


A Esteco se partió con gran enojo, Que á su partir la fuerza le obligaba; El Bachiller García diera un ojo En trueco, por no ver lo que pasaba. La barba, como dicen, en remojo Echó, por ver la de otro se quemaba; Con el Dean se , porque temía Que lo propio será de él otro dia.

No pude encontrar en el Archivo de Protocolos de Alcalá del Río los documentos que el Duque de Ayamonte necesitaba, y el encargado de aquella oficina me indicó que quizá obrarían en el de la Catedral. Provisto de una carta de presentación para el Deán, me encaminé al famoso edificio, y desde el momento que penetré en él, olvidé por completo la misión que me llevaba allí.

Que diga ahora les interrumpió el deán cual fue la cuarta figura que hizo. El artista alzó la frente como quien no se avergüenza y declaró así: Pinté el Trabajo: mozo, vigoroso, inteligente, fornido, con el yunque sobre un montón de libros para expresar que el estudio es la base de la fuerza, y coloqué a sus pies, esperando sus obras, la Paz y la Limosna.

Mi compañero de viaje y querido amigo el insigne músico D. Mariano Vázquez me esperaba en la gran Basílica, enteramente solo, sentado delante del magnífico órgano llamado del Deán, arrancando de su hondo seno solemnes y patéticos gemidos.

Mas no todo salió a gusto del deán, y como aún faltaban por decorar las cuatro pechinas formadas por los arcos del crucero, se deshizo de los artistas que hasta entonces trabajaron en la iglesia, y buscó uno capaz, a juicio suyo, de concebir y ejecutar maravillas. El pintor en quien se fijó era hombre de extraordinario mérito.

Deseoso de acrecentar su fama, y también de hacer fortuna, estaba precisamente a punto de expatriarse, como tantos otros, cuando le buscó el deán encargándole los bocetos para las cuatro pechinas; trabajo que aceptó gozoso, primero por dejar en su patria muestra de lo que valía; y, segundo, porque necesitaba arbitrar recursos para el viaje. Diose luego a pensar en cómo realizaría su trabajo.

Vivió en Córdoba con mucha religion. Murió ejemplar. Dotó esta capilla: enterróse en ella. Vinculó sus bienes al sufragio de las Animas del Purgatorio. Son patronos perpétuos los señores dean y cabildo de esta santa iglesia. Falleció á 22 de abril de 1616. Rueguen á Dios por su ánimaCapilla de la Epifanía.

No hacia ocho años que D. Lope de Sandoval, siendo chantre, habia tomado posesion de su canonicato á mano armada, y ahora era ya dean. ¿Se tratará quizás de dos prebendados del mismo nombre? Pedro Martinez de Osma era catedrático muy afamado de la universidad de Salamanca, y el papa Sixto IV, movido de su gran sabiduría y virtud, le habia dado aquel canonicato.

Y vamos corriendo a casa del muy ilustre señor deán de la catedral basílica, donde nos espera este señor en compañía del maestrescuela y del cura de San Rafael para ventilar el tresillo cotidiano. Cuando el chapó se prolongaba algo más de lo acostumbrado, solía venir un monaguillo al Círculo para avisarle de que sus compañeros estaban reunidos.

Al pobre Trifón le salían los versos montados unos sobre otros: igual defecto tenía en los dedos de los pies. El entierro del ateo fue una solemnidad como pocas. Acompañaron a la última morada el cadáver del finado las autoridades civiles y militares; una comisión del Cabildo presidida por el Deán, la Audiencia, la Universidad, y además cuantos se preciaban de buenos o malos católicos.

Palabra del Dia

rigoleto

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