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El amor, como toda pasión vehemente y es el amor la más vehemente de todas es conciso en su expresión, monosilábico, casi mudo. La palabra muere en el nudo que la emoción forma en la garganta.

La estupidez de los niños encontrados en los bosques, y la escasa inteligencia de los sordo-mudos, son irrecusable prueba de esta verdad. Este es otro hecho que sentimos todos en nosotros mismos. Los espíritus á proporcion de que sus cualidades son mas aventajadas, se desenvuelven con mas espontaneidad. Así se explica, por qué la inventiva en todos géneros se perfecciona con el trabajo.

Estos accidentes se verifican en la superficie, no revelando de ningún modo la verdadera, la misteriosa personalidad del mar. Juzgar de un temperamento humano por algunos excesos de fiebre, sería una insensatez. Y con más razón seríalo juzgar el mar por sus movimientos momentáneos, externos, que, al parecer, sólo afectan á capas de algunos centenares de pies.

Besó la mano al Cura; arrimóse otra vez a la orilla de la barranca; dijo a los que le contemplaban atónitos, por ignorar los planes que le movían a hacer aquellas cosas tan raras, que tuvieran listas la pala y la cuerda para cuando las pidiera él; miró un instante hacia abajo, santiguóse rápidamente, invocó a «Jesús crucificado...» ¡y allá va eso!

8 ¡Ay Señor! ¿qué diré, ya que Israel ha vuelto las espaldas delante de sus enemigos? 10 Y el SE

Perdóneme usted este rasgo de orgullo póstumo. Hoy ya no lo siento, y porque no lo siento puedo decirle, amigo Aldama, que por encima de la gloria literaria, por encima de toda gloria humana, hay algo que los hombres deben respetar, y cuando no lo respetan dejan de ser hombres. Quede usted con Dios. ¿Hay Dios o no hay Dios? Si lo hay ¿dónde está?

3 Y volviendo el rey su rostro, bendijo a toda la congregación de Israel; y toda la congregación de Israel estaba en pie. 4 Y él dijo: Bendito sea el SE

Y ¿qué había de hacer yo? Tampoco hoy me opongo, aunque cuanto más se acerca la hora de despedirme de él.... ¡Pobre hijo mío!... Dícenme que puede hacerse rico...; ¡y nosotros somos tan pobres! ¡Ofrecen tan poco para un hombre estos cuatro terrones que el Señor nos ha dado!... ¡Ay, si

Inmediatamente, reconoció Ah-Fe a la señora de Galba, pero no se alteró ni un sólo músculo de su cara, ni sus oblicuos ojos se animaron al encontrarse plácidamente con los de su ex ama. Evidentemente, ella no lo reconoció, pues empezó a contar las piezas de ropa que llevaba.

Lo que el notario iba dejando en las habitaciones del primer piso aparecía misteriosamente en el desván, como si le hubiesen salido patas. Doña Cristina y sus sirvientas, obligadas á vivir en continua pelea con el polvo y las telarañas de un edificio que se desmenuzaba poco á poco, sentían un odio feroz contra todo lo viejo.