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Y los mismos sacerdotes de Lourdes y de Luján, testigos fehacientes de tantas y tan variadas curas maravillosas, cuando se enferman, llaman al médico, su viejo rival antes proscrito y quemado vivo, y hoy triunfante en toda la línea. Todo viene por su orden. Ahora empieza a haber quienes piensen en la emancipación moral del pueblo; mañana habrá quienes la realicen.

16 Y de allí [vinieron] a Beer: [éste] es el pozo del cual el SE

¡Cuerpo del mundo! respondió el cautivo . ¿Es posible que ha de querer el señor alcalde que seamos ricos de memoria, siendo tan pobres de dineros, y que, por una niñería que no importa tres ardites, quiera quitar la honra a dos tan insignes estudiantes como nosotros, y juntamente quitar a su majestad dos valientes soldados, que íbamos a esas Italias y a esos Flandes a romper, a destrozar, a herir y a matar los enemigos de la santa fe católica que topáramos?

Yo gozo todos los días tanto o más de lo que has gozado hoy... Siguió desenvolviendo con brío su tesis nuestro farmacéutico, mientras caminaban hacia la Puerta del Sol. Miguel había concluido por guardar silencio, escuchando con placer y curiosidad aquellas peregrinas teorías.

Mariño quedaba en el soñado cargo de general en jefe del ejército; y Brion, cómplice en este descabellado negocio, ascendia nada menos que á almirante.

El nombre de Voltaire, pronunciado con todas sus letras, le hacía estremecer, al mismo tiempo que se alteraban sus ojos inflamados con el lagrimeo de la rabia. -No; señor Vicente; no están. -Me alegro. Porque si estuvieran Voltaire y Garibaldi, yo me marcharía. No podría vivir bajo el mismo techo que esos demonios.

La conciencia sabía sacar, no se sabe de dónde, mil sofisterías con que justificar todo plenamente. «Bastantes privaciones he tenido... ¿Pues acaso no merezco yo otra posición?... Se tendrá que acostumbrar a verme un poco más emancipada... Y al fin y al cabo, yo miro por el decoro de la familia...».

¡Qué hermosa noche! decía Stein a su mujer, alzando los ojos al cielo . ¡Mira ese cielo estrellado, mira esa luna en todo su lleno, como yo estoy en el lleno de mi dicha! ¡Como mi corazón, nada le falta ni nada echa de menos! ¡Y yo que me estaba divirtiendo tanto! respondió María impaciente ; no por qué dejamos tan temprano la fiesta.

Si no tuviésemos la funesta inclinacion de huir de nosotros mismos, si la contemplacion de nuestro interior no nos repugnase en tal grado, no nos seria difícil descubrir cuál es la pasion que en nosotros predomina. Desgraciadamente, de nadie huimos tanto como de nosotros mismos, nada estudiamos ménos que lo que tenemos mas inmediato y que mas nos interesa.

Un día que hablaron de lo que suelen hablar las muchachas cuando se reúnen, la Comadreja confesó que ella «tenía» un capitán mercante, que le traía de sus viajes mil monadas y regalos, y proyectaba casarse con ella, andando el tiempo, cuando pudiese. En cuanto a Guardiana, declaró que no soñaba con tener novio, pues era imposible: ¿qué marido había de cargar con sus pequeños?