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Actualizado: 14 de junio de 2025
Y así, viniendo al caballero de Gonzaga el gobernador Rodrigo Zapata y el capitán Diego de Vera, como los vió el capitán D. Juan de Castilla, quiso reñir con ellos y díjoles bien alto, que lo oyeron todos, que á qué venían allí y qué querían, y yéndose ellos les envió el alférez del capitán Olivera, al cual encargó que dijese al dicho gobernador Rodrigo Zapata que D. Juan de Castilla se protestaba de parte de Su Majestad y de Su Excelencia que no hablase ni dejase hablar á ningún soldado con los turcos, ni hacer otro pacto ni concierto con ellos, porque no se lo cumplirían ni guardarían, sino que procuraran de defender el fuerte, que aún estaban á tiempo de poderlo hacer, y á esto no respondieron cosa ninguna; que á esta sazón el capitán de Funes y el capitán Juan de Montiel de Zayas y el capitán Juan del Aguila, habían salido á parlamento fuera del fuerte, con el Bajá y Dragut; y el capitán Juan de Funes, por orden del Bajá, después que hobieron hablado largamente, volvió dentro en el fuerte diciendo que serían salvos y libres todos los Oficiales y 25 soldados por cada compañía, y con este recaudo y resolución le enviaba el Bajá, y con él dos turcos para escrebir y tomar por letra los dineros, moniciones y vituallas, y el número de la gente que se hallaba dentro.
Contóles la propiedad que tenía, encargóles el secreto y díjoles que aquél era el primero día donde se había de probar la virtud de la tal cabeza encantada; y si no eran los dos amigos de don Antonio, ninguna otra persona sabía el busilis del encanto, y aun si don Antonio no se le hubiera descubierto primero a sus amigos, también ellos cayeran en la admiración en que los demás cayeron, sin ser posible otra cosa: con tal traza y tal orden estaba fabricada.
«Et el Rey, visto el gran peligro et dificultat dijo q. él no lo queríe, ni le otorgaba, que grant vergüenza le seríe et menosprecio de comenzar obra non valedera, et dijoles que si tal cosa querien fer, que la ficiesen por sí, mas no por él, ni en su nombre, antes los agenaba et desnaturaba de sí como no vasallos suyos pda.
La ventera, ventero, su hija y Maritornes, que vieron venir a don Quijote y a Sancho, les salieron a recebir con muestras de mucha alegría, y él las recibió con grave continente y aplauso, y díjoles que le aderezasen otro mejor lecho que la vez pasada; a lo cual le respondió la huéspeda que como la pagase mejor que la otra vez, que ella se la daría de príncipes.
Había llegado al anochecer con su marido, y «a las ancas». Así fueron a casa de Neluco; halláronla cerrada, y siguieron a la de don Pedro Nolasco; díjoles la mozona que servía en ella lo que pasaba, y torcieron hacia la casona, sin lástima alguna del pobre rocín que ya se quebrantaba por el lomo y estuvo a pique de gastar el último resuello al subir el pedregal.
Y como viese que el edificio y reparacion de las tales tierras iba largo y que segun iban los reparos que los tales hacian, y que era edificio que no se podia acabar sin ayuda, mandó que los señores y caciques que allí eran se juntasen en su casa cierto dia, y luego fueron juntos bien ansí como él lo mandó; y siendo allí en su casa, díjoles que habia gran necesidad que en la ciudad del Cuzco hubiese depósitos de todas comidas, ansí de maíz como de aji y frísoles é chochos, y chichas y quínua, y carnes secas, é todos los demás proveimientos y comidas curadas que ellos tienen; y que para aquello habia necesidad que de sus tierras lo mandasen traer.
Díjoles que se llamaba de nombre propio don Quijote de la Mancha, y por el apelativo, el Caballero de los Leones.
D. Alvaro mandó llamar los Capitanes que allí habían quedado, aunque no todos tenían allí sus compañías, y díjoles que él había quedado allí para guardar aquel fuerte; que hiciesen todos como él y jurasen de no lo rendir hasta morir todos en la defensa. Los Capitanes dijeron todos que eran muy contentos.
Despues que Inca Yupanqui hubo hecho é dado órden en el año é meses é fiestas que en él se habian de celebrar, y hechos los relojes, habiéndose recreado é holgado en las cosas que habeis oido tiempo y espacio de dos años, el cual tiempo gastó este Señor en estarse en su pueblo, porque los naturales é caciques que á él estaban sujetos tuviesen espacio y tiempo para holgarse en sus tierras del trabajo que habian pasado en el reparo que ansí habian hecho en los arroyos de la ciudad del Cuzco, é porque ansí tuviesen espacio é tiempo de sembrar é coger grandes sementeras, con las cuales se reparasen de comidas é todos proveimientos, é tuviesen con que poder servir é contribuir á la ciudad del Cuzco y á los depósitos que en ella eran; pareciéndole que ya rescibia su persona é los demás algun tanto de pena por la ociosidad que ansí tenian él y los demás, ajuntóse un dia con los principales de la ciudad del Cuzco é díjoles: que ya habia ociosidad; que le parecia que ya era tiempo que los caciques é señores á él subjetos viniesen con sus comidas é bastimentos á la ciudad del Cuzco é trajesen consigo toda la más gente que ser pudiese, porque tenia en sí acordado de hacer reedificar la ciudad del Cuzco de tal manera, que para perpetuamente fuese hecha y fabricada de ciertos edificios que él en sí tenia pensado, é que despues que fuesen hechos, ellos los verian; para lo cual era necesario mucha y muy gran cantidad de gente, é que para esto era necesario que saliesen de la ciudad ciertos señores de los que allí en aquella junta con él eran; é que luego allí viesen los que querian ir, porque, con los que quedasen, él tenia necesidad, mientras los que habian de ir fuesen, de hacer é proveer lo que para el tal edificio fuese necesario.
Mujer, llévate, llévate de una vez de mi casa este cachorro de tigre dijo Benigna, entrando muy soliviantada . ¡Virgen del Carmen, mi bandeja de arroz con leche! Los chicos de Villuendas saltaban gozosos. «Vosotros tenéis la culpa, bobones; vosotros que le azuzáis» díjoles la tiita, que en alguien tenía que descargar su enfado.
Palabra del Dia
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