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El silencio pertinaz de la monja me dejó avergonzado. Hubiera preferido una de aquellas salidas burlonas en que era maestra. Pero no se hizo esperar. Doblando el cuerpo y acercando la cabeza a la del muchacho para acariciarle, le dijo con tonillo ligero: ¿Te duele la mano, pobrecito? ¡Bien empleado te está, por dársela a gente que tiene los malignos en el cuerpo! Aquella burla no me mortificó.

Pero antes de dársela, les ruego que me aguarden aquí algunos instantes. Trataré de ser breve, para que la curiosidad no les pique mucho tiempo. Y salió del comedor. ¿De qué se trata, doña Martina, de qué se trata? preguntaron a una voz todos. Señores, yo no lo tampoco repuso ésta, dejando no obstante adivinar en sus ojos gozosos que lo sabía perfectamente. Vamos, Martinita, dígalo V.

Ninguno manifestó la menor sospecha y sentí que iba recobrando la serenidad y que mi corazón latía menos apresuradamente. Pero Tarlein seguía pálido y noté que le temblaba la mano al dársela al General. El cortejo formó frente a la estación, donde monté a caballo, teniéndome el estribo el anciano General. La ciudad consta de una parte antigua y otra moderna.

-Ya llegan cerca -respondió el todo camuza-, sino que yo me he adelantado, a saber si hay posada. -Al mismo duque de Alba se la quitara para dársela al señor mase Pedro -respondió el ventero-; llegue el mono y el retablo, que gente hay esta noche en la venta que pagará el verle y las habilidades del mono.

Retiróse Tomás, y escribió la oración, y tuvo lugar de dársela a Costanza sin que nadie lo viese, y ella, con mucho gusto y más devoción, se entró en un aposento a solas, y abriendo el papel, vió que decía desta manera: "Señora de mi alma: Yo soy un caballero natural de Burgos; si alcanzo de días a mi padre, heredo un mayorazgo de seis mil ducados de renta.

Bien, pues dale expresiones, como dices. Se las daré en cuanto le vea. ¡Vamos, no seas tonto! Marta profirió esta exclamación demostrando en el acento cierto sobresalto. Se conocía que le molestaba un poco la broma. El fundamento que Ricardo tenía para dársela era deleznable, como sucede casi siempre en la adolescencia; pero verdadero hasta cierto punto.

Soy algo viejo, pero sin vanidad creo que sirvo para todo, y por fuera y por dentro valgo más que la mayoría de los muchachos. No tengo nada que hacer, vivo de mis rentas, soy solo en el mundo, me doy buena vida y puedo dársela a quien me acomoda. Conque a decidirse. Modestia a un lado, dígole a usted que dificilillo le sería, en su situación, encontrar un acomodo mejor.

Todo lo oía Camacho, y todo le tenía suspenso y confuso, sin saber qué hacer ni qué decir; pero las voces de los amigos de Basilio fueron tantas, pidiéndole que consintiese que Quiteria le diese la mano de esposa, porque su alma no se perdiese, partiendo desesperado desta vida, que le movieron, y aun forzaron, a decir que si Quiteria quería dársela, que él se contentaba, pues todo era dilatar por un momento el cumplimiento de sus deseos.

De veras que debí darle la peseta... ¡Pobrecilla! Si mañana tuviera tiempo, la buscaría para dársela». El reloj de la Puerta del Sol dio la hora. Después Moreno advirtió el profundísimo silencio que le envolvía, y la idea de la soledad sucedió en su mente a las impresiones musicales. Figurábase que no existía nadie a su lado, que la casa estaba desierta, el barrio desierto, Madrid desierto.

Más adelante el supuesto padre, que sólo lo era legalmente, pidió a los abuelos una gruesa suma; no quisieron dársela, y él, por vengarse, hizo llegar a manos de la nieta un papel donde refería las infamias que había hecho con su mujer, la vida que le obligó a sobrellevar, y hasta la lista de los amantes que le impuso.