Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 25 de mayo de 2025


«Para volver su color natural al cutis que lo tenga amarillento á causa de irritación y frío, debe tomarse el paciente el cocimiento de la corteza del arbol Malobayo. «Para cortar los pujos no hay más que tomar cocimiento de las hojas del arbol Manga.

Cuando érais ratona no estábais tan flaca como ahora. Sólo habéis conservado el color pardo de vuestro cutis. ; ¡ya te conozco! ¡ eres Aquiles!! BEATRIZ. ¿Es posible? ¡Aquiles! ¡Cuántos hombres grandes contemplo en este día! CARLINO. ¿Cómo? ¡El diablo me lleve! ¿Yo Aquiles? Pero ¿quién era Aquiles? ¿No fué un Emperador romano? Jornada tercera.

Lloraba; lloraba silenciosamente, sin estremecimientos ni hipos de dolor, como si su llanto fuese una función natural largamente contrariada. Por fin se abría paso la desesperación, adormecida toda la tarde, engañada por los momentos de olvido voluptuoso. Y las lágrimas sucedían a las lágrimas, trazando luminosas tortuosidades sobre el fondo mate de su cutis.

Con la cabeza ligeramente inclinada hacia el suelo y los ojos entornados, como si quisieran guardar su secreto entre sus largas pestañas, la nariz fina y vibrante, la boca de labios rojos algo gruesos y bien dibujados, la barba fina, el cutis transparente, ofrecía, destacándose sobre aquel fondo de verde otoñal, un maravilloso espectáculo de belleza.

Ester dirigió una mirada al hombre de ciencia, y á pesar de que su destino estaba colgando de un hilo, se quedó sorprendida al notar el cambio verificado en las facciones de Rogerio, que se había vuelto mucho más feo, su cutis más atezado, y su figura peor formada que en los tiempos en que le había conocido más familiarmente.

Sus cejas oblicuas y su cutis obscuro se armonizan poco con su ángulo facial, abierto y europeo. Es, como muchos de nuestra América, el resultado de tres orígenes: indio, africano y español. Sus amigos le tenían en alto concepto, hablando de él con admiración y miedo. ¡Un hombre de cuidado!... No conviene tenerlo de enemigo. ¡Sabe mucho!...

Había creído reconocerla de espaldas el día anterior, y ahora estaba seguro de que hubiera seguido adelante con indiferencia al verla de frente. En realidad, ¿era la misma que acompañaban los dos oficiales ingleses?... Parecía mucho más alta que la otra, con una delgadez que hacía clarear su cutis, dándole una transparencia enfermiza.

El cutis, a su vez, se resquebrajaba visiblemente. , prosiguió la voz, es el principio... Concluiré de una vez. A usted, un colega, le debo toda esta historia. Los padres hicieron cuanto es posible para resistir: ¡un morfinómano, o cosa así! Para la fatalidad mía, de ella, de todos, había puesto en mi camino a una supernerviosa. ¡Oh, admirablemente bella! No tenía sino diez y ocho años.

Era sin duda uno de los hombres más hermosos que Ferpierre había visto en su vida: alto, robusto, ágil, las mejillas encuadradas en una barba rubia y sedosa, los cabellos castaños algo enrarecidos junto a la frente, con lo que ésta parecía más ancha; el cutis blanco, algo pálido y como macerado, cual sucede en los descendientes de las razas más selectas; los ojos azules, la mirada profunda bajo el puro arco de las cejas; la nariz aguileña, el ademán nervioso, los vestidos elegantes, todo el porte verdaderamente principal.

A la luz del día parecíame su traza muy otra de lo que me había parecido a la luz artificial. El blanco y fino cutis de su cara tenía un matiz azulado, y había en sus ojos y en su boca una muy marcada expresión de anhelo. Sin embargo, su «humor» era el de siempre; y si era disimulo de lo contrario, no se le conocía. Se admiró de hallarme levantado tan temprano.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando