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Actualizado: 21 de octubre de 2025


Por fin suenan las doce de la noche y cambia la decoración como en los cuentos de hadas. La Cenicienta sube con su hermana mayor, o con su madre, hacia las económicas cumbres de Batignolles o de Montmartre. ¡La pobre cojea un poquito! El lodo inmundo salpica sus medias grises.

En los últimos términos del ocaso columbraba un anfiteatro de montañas que parecían escala de gigantes para ascender al cielo; nubes y cumbres se confundían, y se mandaban reflejados sus colores. En lo más alto de aquel cumulus de piedra azulada Ana divisó un punto; sabía que era un santuario. Allí estaba la Virgen.

El pequeño Febrer, cuando el carruaje transponía una garganta, en lo más alto de la sierra, lanzaba gritos de alegría contemplando a sus pies el valle de Sóller, el jardín de las Hespérides de la isla. Las montañas, obscuras de pinares y moteadas de blancas casitas, tenían las cumbres envueltas en turbantes de vapores.

Los había visto una tarde de lejos, á él y Alicia, en un coche de alquiler que se alejaba por el otro lado de la calle, hacia las alturas de La Turbie. Ella se preocupaba del herido, llevándolo maternalmente á que respirase el aire de las cumbres. ¡Y el príncipe como si no existiese!... En vano la escribía cartas, y su tormento aún resultaba mayor al no poder hablar con franqueza á sus allegados.

Dios, que, como dice el adagio, aprieta, pero no ahoga, permitió que a aquella triste noche siguiera un día muy risueño, con el cielo barrido de nubes y un sol que, aunque pálido y frío, iluminaba el valle y decoraba las cumbres de los montes envolviéndolas en nimbos de luz reverberante.

Por entre el follaje se alcanza a ver el disco de la luna, cuya luz pálida platea las cumbres de los cerros lejanos, y produce un temblorcito... ¿está usted?, un temblorcito sobre la superficie... ¡Oh!, ... del agua. Comprendido, comprendido. ¡Lo que a usted se le ocurre...! Pues bien, señora, para este bonito efecto me harían falta algunas canas.

Por bajo de las grandes cumbres y de los círculos superiores, donde se amontona la nieve en capas altas como casas, se ven á medias los bosques de abetos.

»Pasando a otra cosa, yo tengo para que el marqués viudito está más tronado que la nación española. Sus deudas se remontan como el águila ávida de las altas cumbres; sus gastos no disminuyen. Para estos tales, carecer es morir, y pasarán por toda clase de ignominias antes que decapitarse renunciando al lujo y a la vida de rumbo y disipación.

Entre los muertos se contaban ya los valientes nobles Burley, Butrón y Causton y los veteranos Yonson y Reno. Ni fué completo el respiro de los sobrevivientes, porque apenas deslindados los campos reanudaron el ataque los honderos posesionados de las cumbres inmediatas.

Y en esta jornada postrera y yo, como dos nigromantes de esos que el vulgo llama brujos, vamos á dar tres grandes vuelos: el primero á modo de águilas cerniéndonos sobre las cumbres de las montañas; el segundo como ánades por las orillas del Guadalquivir abajo; el tercero como alondras que con inciertos giros revolotean en la campiña de aquí para allá, atraidas por los destellos de los objetos lucientes, y se remontan gorjeando cuando no hallan atractivo en el suelo.

Palabra del Dia

crocus

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