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Actualizado: 24 de julio de 2025
Nada, nada, señores dijo D. Pedro con ironía . Si ahora vamos a estar muy bien; si vamos a ver aquí el siglo de oro; si no va a haber injusticias, ni crímenes, ni borracheras, ni miserias, ni cosa mala alguna, pues para que nada nos falte, en vez de padres de la Iglesia; tenemos periodistas; en vez de santos, filósofos; en vez de teólogos, ateos.
La virtud no está todavía desterrada de la tierra; yo conozco muchas personas que sin atroz calumnia no pueden ser contadas entre los criminales. Hay injusticias, es cierto; pero la injusticia no es la regla de la sociedad; y si bien se observa, los grandes crímenes son excepciones monstruosas.
Cuando éste se hubo alejado se aproximó al gitano y le dijo: Ya sé, señor, cuáles son sus intenciones, sus creencias, su voluntad; yo no abusaré de estos momentos que son preciosos; óigame: Hace una hora, ese joven, que es quizás el único amigo que usted tiene en el mundo, se arrojó a mis pies... Me lo ha dicho todo, sus crímenes, sus errores de usted... Luego me ha pedido que le proporcionara una última entrevista con usted que él quería tener a todo trance, y he consentido.
Parpadeó el gigante oyendo estas noticias, pero sin pronunciar una palabra de comentario. No hubiera podido tampoco decirla aunque tal fuese su voluntad, porque el profesor siguió su relato de la sublevación de los hombres. Los derrotaremos, gentleman. Hay que someter á esa canalla que pretende resucitar las vergüenzas y los crímenes de otros siglos.
Examinemos, no obstante, con una escrupulosa atención lo que esa sagrada milicia pueda tener de chocante para los sabios de nuestro siglo, y por qué crímenes los humildes cenobitas se han atraído esa animadversión furiosa, única en los anales del fanatismo.
Al efecto, el día 6 de Septiembre de 1633, reuniéronse en la Audiencia los alcaldes de Sala, y con todas las ceremonias comenzaron la relación de la causa del ínclito Morán, que muy contrito y arrepentido, al parecer, escuchaba la relación de la cuenta interminable de sus crímenes.
El juez, que era de los dos el que mejor jugaba las carambolas de retroceso, después de haberme obligado a confesar una porción de crímenes a cual más horroroso, hizo un gesto muy expresivo a su compañero, llevándose la mano al cuello y sacando al mismo tiempo la lengua. Yo tomé el gesto por donde más quemaba, y barrunté muy mal del asunto.
Cuenta á Enrico su vida y su destino, y Pablo hace con él lo mismo; pero Enrico, á pesar de todos sus crímenes, ha conservado siempre una virtud, la del amor y la ternura filial que siempre ha tenido á su anciano padre; y á pesar también de todos sus delitos anteriores, siempre ha creído que la gracia de Dios puede al fin salvarlo.
Pablo vacila un instante en sus malos propósitos, pero incurre pronto de nuevo en su falta anterior de confianza en el Supremo Juez. Enrico, mientras tanto, perseguido por la justicia á causa de sus crímenes, se arroja á la mar por escapar de sus ministros. Las revueltas olas se lo llevan milagrosamente y lo depositan en la costa, teatro de las fechorías de Pablo.
Envidiaba la facilidad de su capitán para encontrar las palabras. La más simple de sus ideas sufría angustiosamente antes de surgir de su boca... Pero al fin, poco á poco, entre balbuceos, fué diciendo su odio contra aquellos monstruos de la industria moderna que deshonraban el mar con sus crímenes.
Palabra del Dia
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