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Actualizado: 17 de junio de 2025
En esto son iguales a los ricos: quizás les llevan ventaja, porque cuando tocan a charlar, no se ven cohibidos por las conveniencias usuales de la conversación, que poniendo entre el pensamiento y la palabra gruesa costra etiquetera y gramatical, embotan el gusto inefable del dime y direte. «¿No vus dije que D. Carlos no faltaba hoy? Ya lo habéis visto.
Tiene todas las malicias de las muñecas creadas por la vida moderna, y debe resultar terriblemente cara... Pero debajo de eso, que no es mas que una costra exterior, tal vez existe solamente una mentalidad algo simple.
Desde esta altura sus ojos abarcaban únicamente el segundo término, o sea el mar inmóvil, que parecía cubierto de una costra diáfana y transparente, una costra de vidrio reflejando el azul denso y pastoso de la profundidad.
A un lado una máquina más pequeña, productora de la luz; a otro lado la del frío, para los depósitos de alimentos y las necesidades de la vida a bordo, organismo potente y triunfador que en aquella atmósfera cálida, cerca de los hornos inflamados, mantenía sus tuberías y cilindros bajo el forro lagrimeante de una gruesa costra de hielo. Avanzaron sobre un piso de placas de metal.
Un sitio raso de 200 á 300 pasos de ancho por vez y media de largo, exceptuando algunos claros encespedados, está recubierto por una costra de sílice que á veces forma unas grandes superficies continuas; pero generalmente se presentan fraccionadas por fisuras verticales en delgadas placas.
Los pequeños se revolcaban en el suelo, cubiertos de una costra de suciedad, mientras los mayores reñían á puñetazos para dominarse unos á otros, ó golpeaban á los hermanos débiles que se resistían á servirles de esclavos. A veces la tribu entera se ponía de acuerdo para saquear la despensa paternal, devorando en unas cuantas horas todas las provisiones que Adán había almacenado para una semana.
Consideraba como una salvación poder marchar incesantemente. El frío de la altiplanicie había penetrado hasta sus huesos, dejándole yertos los brazos. En torno de su boca el aliento se convertía en escarcha. Los pelos de su bigote y de su barba se habían engruesado con una costra de hielo. Todo el calor de su vida parecía concentrarse en su cabeza y sus piernas.
Yo vi a éstos avanzar por la carretera, y entre el denso humo distinguimos un hombre puesto al frente del valiente batallón y blandiendo con furia la espada; un hombre de alta estatura, el rostro desfigurado por la costra de polvo que amasaban los sudores de la angustia; de uniforme lujoso y destrozado en la garganta y seno, como si lo hubiera hecho pedazos con las uñas para dar desahogo al oprimido pecho.
Y mejor que los lechos iguales y helados, con algo de cuartel o de hospital, les sabe más gustoso apretujarse en la escalerilla de Cuchilleros. Ante todo, hacer lo que les dé la real gana, y después Dios proveerá... Es estéril toda iniciativa contra la mendicidad: es como una costra del alma española, que no curan los bandos de ningún corregidor.
En los puertos del Trópico, los tripulantes, hastiados de bananas, piñas y aguacates, saludaban con entusiasmo la aparición de la gran sartén de arroz con bacalao y patatas ó de la cazuela de arroz al horno, con la dorada costra perforada por la cara roja de los garbanzos y el lomo negro de las morcillas.
Palabra del Dia
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