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Actualizado: 2 de julio de 2025
Del rio de Genero ha despachado A priesa Salvador de Sá Correa, Diciendo, como á Santos ha tomado, El Ingles: que la cosa se provea Allá en el Argentino con cuidado, Que vá nuestro enemigo de pelea: Allega un navichuelo y dá el aviso, Y vuélvese á Genero de improviso. Vereis en Buenos Aires discernirse El caso con diversos pareceres, Procura cada cual escabullirse, Llevándose consigo sus haberes.
Era una silla de brazos como las mejores que se pueden encontrar en una granja rica. ¡Qué asiento, hijos míos! dijo el tío Correa con entusiasmo . Ancho, blandísimo, hecho con madera de algarrobo de la mejor y con cuerda de esparto bien tejido; un sillón, en fin, como sólo puede tenerlo un cura de pueblo rico.
Reclamo en esta guerra el puesto de capitana. ¡Inesita, mi vida, qué feliz soy! Pero, sécate esas lágrimas; que no te vea yo llorar. ¡Firmes!... Cubierto de crudas pieles de camello sujetadas por tosca correa que, al andar de los siglos, había de llamarse cíngulo en la liturgia católica, el Bautista inició en las orillas del Jordán el sacramento a que diera su nombre inmortal: el bautismo.
Si el lego hubiera sido fraile, y si su falta de conocimientos hubieran estado representados por la elocuencia, confianza y prestigio del sacerdote, es posible que las palabras no hubieran sido obras, y la acción no hubiera pasado de proyecto. El lego fué respetado, considerado y atendido por los que pedían la cabeza de los españoles, por el solo hecho de vestir un hábito y una correa.
Con 800 destacó al citado coronel para que atacase á Correa, quien el 13 de Abril se veia forzado á abandonar la angostura de la Grita, en donde estaba bien atrincherado. Entonces Bolívar se dirigió á Venezuela con sus exiguas fuerzas, pero con buenos oficiales.
El gaucho conocía su deber, y se apresuró á cumplirlo. Con el sombrero en la mano, rezó todas las oraciones que guardaba en su memoria desde la niñez. «¡Pobre difunta Correa!...» Luego buscó en su cinto, á través de diversos objetos, el pañuelo anudado en cuyo interior guardaba toda su moneda. Sacó á luz lo que poseía. Únicamente le quedaban tres pesos con algunos centavos.
Me gustaría verlos.» Eva quedó aturdida por la noticia, y llamó á Adán, que trabajaba en un campo próximo. ¡Cómo describir la agitación que conmovió á la granja!... El tío Correa la comparaba con la fiesta del santo patrono en cualquier pueblo de España, cuando las mujeres limpian en la víspera sus casas, desde la puerta al tejado, preparando además la gran comilitona del día siguiente.
Habríais sentido lástima al verle tan consumido. Sólo le quedaban los huesos y la piel, después de tantos esfuerzos. Parecía tener dos siglos más que su edad. En cambio, Eva podía pasar por su biznieta. Esto último no sorprendía al tío Correa.
En honor de la verdad, no estuvo el hijo del boticario aquella noche tan chiripero ni tan acelerado como lo tenía por costumbre, ni de tanta correa para las chanzas del fiscal; pero cierto es también que la brega de la bahía, tras de las inusitadas emociones del convite, le tenía algo desmadejado, y que el fiscal se permitió llevar las bromas a un terreno de bastante mal gusto.
Anduvo el tiempo, vendióse el vino, y al limpiar de la cuba hallaron en ella una llave pequeña, pendiente de una correa de cordobán.» Porque vea vuestra merced si quien viene desta ralea podrá dar su parecer en semejantes causas.
Palabra del Dia
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