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Actualizado: 2 de julio de 2025
A la noche siguiente, una mujer le esperaba en el mismo lugar donde otras veces había salido á su encuentro la difunta Correa. Pero esta mujer no estaba envuelta en un manto negro ni la acompañaba un niño. Avanzó sola hacia él, y al estar cerca, sacó un brazo que llevaba oculto en la espalda, mostrando pendiente de la mano una luz. Rosalindo la reconoció, aunque no la había visto nunca.
Llegó el turno al cuarto muchacho, y éste avanzó. Viendo al tal mocoso, el Señor empezó á reír dijo el tío Correa . Apenas levantaba dos palmos del suelo; y el Omnipotente, como lo sabe todo, vió que era el hijo preferido de su madre.
Buscando las aventuras por entre las duras peñas, maldiciendo entrañas duras, que entre riscos y entre breñas halla el triste desventuras, hirióle amor con su azote, no con su blanda correa; y, en tocándole el cogote, aquí lloró don Quijote ausencias de Dulcinea del Toboso.
Se extendió por todo el país la fama de la «difunta Correa». Eran muchos los que habían muerto en los senderos de la altiplanicie llamados «travesías», pero ninguno de los vagabundos fallecidos podía inspirar el mismo interés novelesco que esta mujer. La tumba de la difunta Correa fué en adelante el lugar de orientación para los que pasaban de Salta á Chile.
Cerciorose asimismo de que una cartera de cuero de Rusia y plateados remates que pendiente de una correa llevaba terciada al costado, abría y cerraba fácilmente con la llavecica de acero, que volvió a guardar en el bolsillo del chaleco, con cuidado sumo.
En una palabra: mis vecinos tienen el balcón por casa, excepto para dormir y vestirse; y ni aun en estas dos ocasiones quieren prescindir totalmente de la publicidad. Tremontorio y Bolina, especialmente, se mudan la camisa y los pantalones en medio de la sala... con todas las puertas abiertas; pero donde se echan los botones y se amarran la cintura con la indispensable correa, es en el balcón.
Solicitó auxilios del gobierno de Cundinamarca, que le facilitó 500 hombres, y se puso en marcha con ánimo de llegar hasta Carácas conforme á su ofrecimiento. El coronel español Don Ramon Correa podia disponer hasta de unos 4.000 hombres que por aquella parte guardaban la frontera venezolana.
Este replicó el estampador con el sentimiento de modestia que le inspiraban sus pocas luces al ponerlas frente a la sabiduría del maestro , este dice que el año que viene ya no trabaja más. Eso lo dirá la correa manifestó Bou sonriendo y sin levantar los ojos de la piedra . ¿Y qué vas a comer si no trabajas?... Me parece que tú eres de casta de sanguijuela... Y algo he oído yo.
Un anochecer, después de la cena, el tío Correa, sentado en el suelo, contemplaba su plato de metal ya vacio, dando chupadas al mismo tiempo á un cigarro que se resistía á arder. Su camisa entreabierta dejaba á la vista la desnudez de un pecho cubierto de espesa pelambrera gris.
Asistido por uno de los capitanes, procedió á despojar á Martínez de sus adornos de gloria, después de colocarlo junto á la otra espada. Fué como una degradación. Le quitaron su kepis, luego las condecoraciones, el cordón rojo que pendía de su hombro, la correa avellanada que cruzaba su pecho, el cinturón del mismo color que oprimía su talle.
Palabra del Dia
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