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Actualizado: 18 de junio de 2025
Fuese Cornias y preguntó Nieves a Leto: ¿Tan cerca estamos ya? En cinco minutos llegamos... ¡Ay, Dios mío! exclamó Nieves, palideciendo algo, ¡qué hormiguillo me entra ahora!... ¿Será miedo? Hay para tenerle, contestó el otro tiritando en su interior. Pues ánimo repuso ella con la voz algo insegura , y pensemos en lo más para no temer lo menos. Antes se lo dije también.
Pues adelante repitió Leto muy regocijado , y no se hable más del asunto... ¡Listo, Cornias! que ya viene la brisa picando. Ha tardado menos de lo que yo esperaba, y me alegro; así empezaremos primero para acabar más pronto... porque usted está algo de prisa, Nieves, ¿no es verdad? Esté o no esté respondió Nieves con donosa formalidad , el paseo ha de ser en toda regla.
¡Lo propio que yo estaba pensando! exclamó Leto para sí . Dos fechas: el principio y el fin; porque esto es ya el acabose... ¡Cornias! gritó de pronto . ¡Arría! Arrió Cornias el aparejo que le sobraba al balandro; y así continuó éste deslizándose hasta atracarse a los maderos del muelle, con la misma precisión que si llevara medidas a compás las fuerzas y la distancia. En la villa
Cornias era sobrio de palabras naturalmente, y en aquella ocasión fue hasta mezquino; pero como aún tenía el susto bien patente y lo visto por los pescadores no se veía a todas horas en un yacht como aquél, de vuelta de un paseo por la mar, la mezquindad de las respuestas agravaba el aspecto del asunto.
Esto de sola con Leto, no lo tomes al pie de la letra; porque Leto siempre va acompañado de su marinero, un tal Cornias, un tipo muy original y muy simpático, aunque es bizco de los dos ojos.
Lo he rasgado yo respondiola el mozo, tan ruborizado como la interpelante , porque era de necesidad abrir por algún lado para que usted respirara con desahogo.... y elegí ese lado de atrás por parecerme menos... vaya, menos... y aun eso se hizo, al llegar al corsé, bajo el impermeable que no se le ha vuelto a quitar a usted de encima. ¿Es cierto, Cornias?
Observe usted esa especie de muro de niebla que hay en el horizonte: es lo que llaman ceja los marinos; la mejor señal, en verano, de que va a echar tieso, es decir, a soplar luego una brisa fresca y bien entablada, como lo demuestra también este poco de trapisonda que hace balancear al barco y restallar las velas abandonadas a su propio peso... ¡Cornias! atesa acolladores y quinales, que trabaja demasiado el palo... De manera que nos hallamos en las mejores condiciones para poner a prueba las del yacht... o para volvernos al puerto dentro de diez minutos, en popa, si usted se halla arrepentida de haber llegado hasta aquí... Con toda franqueza, Nieves.
También he pensado en eso respondió Leto devorando el amargor que le producía el recuerdo de aquel caso, que era la primera estación del Calvario que él había venido imaginándose . En cuanto lleguemos al muelle, irá Cornias volando a Peleches en busca de la ropa que usted necesite... Se dirá, para no alarmar, que se ha mojado usted, no lo que ha sucedido...
Como lo que usted ha oído en el Casino, comenzó diciendo Leto a media voz y espeluznado , y lo que se estará propalando a estas horas por toda la villa, no son más que conjeturas sobre lo que vieron dos boteros en el yacht atracado al muelle, y algunas palabras que tuvo que decirles Cornias para engañarles el hambre, necesito yo, para alivio y desahogo de mi conciencia, declarar toda la verdad a un amigo tan honrado y tan discreto como usted.
Era listillo y valiente; y en cuanto llegó el balandro de Inglaterra, por recomendación de Leto se encargó de hacer en él los mismos servicios que en el bote. Si Cornias estaba entusiasmado con aquel barco tan hermoso, el inglés estaba chocho con Cornias, por su tipo, por su afabilidad y por su inteligencia para aprender las maniobras.
Palabra del Dia
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