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Actualizado: 25 de junio de 2025
Algunas veces, con repentino optimismo, esperaba conseguir al día siguiente la realización de sus deseos. Pero al otro día le contestaban: «Vuelva usted mañana»; y este «mañana» iba convirtiéndose en una palabra fatídica, símbolo de algo vago que nunca llegaría á ser realidad. Los periódicos le anunciaron una noche la inquietud de las poblaciones ribereñas del río Negro.
Cuando estaba para celebrarse en casa del Comandante, D. Ignacio Flores, con un banquete, el buen éxito que tuvo la accion de la Punilla, se recibió la infausta noticia del horroroso hecho acaecido en la villa de Oruro, con lo que se consternaron los ánimos de todos los convidados, y se llenaron de amargura, convirtiéndose en pesar el placer que tenian prevenido.
El zumbido armónico y confuso se agrandó ahora, convirtiéndose en música alegre y bizarra, marcha triunfal de ruidosos cobres, que hacía mover los brazos marcialmente y contonearse las caderas... ¡Adelante los buenos mozos!
La riqueza pública ahorrada durante muchos años se derrochaba en unos meses, convirtiéndose en humo de pólvora, en acero hecho fragmentos, en escombros de poblaciones y de fábricas. Cuando, al fin, llegaba la paz, era para que empezase una nueva miseria.... Los períodos tranquilos resultaban tan peligrosos como los tiempos de guerra.
Todos los Duponts habían ido añadiendo nuevas construcciones a la antigua bodega, conforme se agrandaban sus negocios, convirtiéndose a las tres generaciones, el primitivo y modesto cobertizo, en una ciudad industrial, sin humo, sin ruido, plácida y sonriente bajo el cielo azul cargado de luz, con las paredes de una blancura nítida y creciendo las flores entre los toneles alineados en las grandes explanadas.
En La octava maravilla se nos presenta un Rey de Bengala, dedicado al estudio de Hipócrates y Galeno, que excitado por las pomposas descripciones, que le hace un arquitecto español de la geografía de España y de la genealogía de sus familias más distinguidas, se resuelve á visitar á la Península, y después de naufragar en las islas Canarias llega á Sevilla, en donde finge ser un criado y se enamora de una beldad sevillana, convirtiéndose al cristianismo y regresando después á su reino para propagar en él su religión.
La fe se bastardeaba convirtiéndose en devoción superficial y mundana; las clases sociales se fundían derretidas por la fiebre del oro; el principio de autoridad cedía en vez de resistir; todo lo que él consideró esclarecido y alto tendía a oscurecerse y caer, todo lo vil y bajo a brillar y subir; lo poco antes calificado de utopia era casi realidad, los sueños se hacían tangibles y a las amenazas se respondía con reformas; lo que en su mocedad se dominaba a tiros, ahora se arreglaba con fórmulas.
El orden y el entusiasmo con que acudían los franceses al llamamiento de la nación, convirtiéndose en soldados, produjeron en él una extrañeza inmensa. A impulsos de esta sacudida moral, empezó á creer en algo. La gran masa de su país era buena: el pueblo valía como en otros tiempos. Cuarenta y cuatro años de alarma y angustia habían hecho florecer las antiguas virtudes.
¡Señor de la justicia! ¡Mucha maldad hay por el mundo adelante! Conocido este estado de la opinión pública, puede comprenderse el efecto que produjo en la Fábrica un rumor que comenzó a esparcirse quedito, muy quedo, y como en el aria famosa de la Calumnia, fue convirtiéndose de cefirillo en huracán.
Mamá está dominada por Tirso, papá enteramente acoquinado, y su carácter, vencido por la enfermedad y los sufrimientos, va convirtiéndose en una apatía de que sólo a ratos le saca la rabia del dolor. Ya no hay medio de ocultarle que en casa existe una guerra peor que la del Norte. ¡Si papá me dejase, plantaba a Tirso en medio de la calle sin ningún miramiento! No veo otro remedio al mal.
Palabra del Dia
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