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Actualizado: 15 de junio de 2025
306 Pero, amigo, el comendante que mandaba la milicia, como que no desperdicia se fue refalando a casa; yo le conocí en la traza que el hombre traiba malicia. 307
Además, todos los pagos habían sido hechos por medio de cheques, cobrados por la misma duquesa. Un verdadera insolente tu administrador... El otro día te vi en el Casino; te vi de espaldas, cuando huías de la gente. Me diste miedo: me imaginé en aquel momento que eras otro, muy diferente del que yo conocí, y que nunca nos entenderíamos.
Pero Juan Ort no había muerto; este naufragio fingido ó real iba á servirle para descender aún más á través de las capas sociales, conviviendo con los que estaban en lo más hondo. Yo lo conocí decía otro viejo de la Presa . Era ni más ni menos que vos ó que yo: un hombre como todos los que llegan con su lingera al hombro en busca de trabajo.
Una noche conocí a Wagner, pero sin tapujos, como quien dice en su propia salsa. Vestido con ropas de un violinista amigo que algunas veces toca en las fiestas de Toledo, oí La Walkyria en el paraíso del Real. Otra noche asistí a un concierto. La gran noche, Gabriel, ¡como quien dice nada! La Novena Sinfonía de este tío feo, de este sordo mal genio que está escuchándonos.
323 Las mujeres, dende entonces, conocí a todas en una; ya no he de probar fortuna con carta tan conocida: mujer y perra parida, ¡no se me acerca ninguna!. XI A bailar un pericón. 324 a otros les brotan las coplas como agua de manantial; pues a mí me pasa igual; aunque las mías nada valen, de la boca se me salen como ovejas de corral.
Pero conocí, sin embargo, que aquella larga perspectiva de cuidados, de trabajos y de lucha encarnizada contra la mala fortuna, la entristecía, como era muy natural.
Les conocí en 1870. D. Baldomero tenía ya sesenta años, Barbarita cincuenta y dos.
¿Qué pienso hacer? dijo Simón con su poquito de rescoldo . Lo que estoy pensando tres años hace, desde que conocí que en esta recua siempre había de tocarme ir a la cola; lo que hubiera hecho entonces a tener el remedio entre las manos, como le tengo hoy: sacar a más de cuatro fachendosos a la vergüenza pública, y largarme en seguida con la música a otra parte. Juana vio el cielo abierto.
Me fijé en sus manos, que desde que la conocí me habían llamado la atención. Cada hombre tiene su fetichismo respecto a la mujer, y yo poseo el de las manos, como otros el de los pies, el de los ojos, los cabellos, etc. Para mí no hay mujer hermosa con las manos feas.
Deben haberse perdido muchas de tus cartas, lo que no es extraordinario, pues hasta los últimos años he ido de un lugar á otro, sin echar raíces. Algo supe, sin embargo, de tu vida. Creo que te casaste. Torrebianca hizo un gesto afirmativo, y dijo gravemente: Me casé con una dama rusa, viuda de un alto funcionario de la corte del zar... La conocí en Londres.
Palabra del Dia
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