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Actualizado: 30 de junio de 2025
Si en aquel momento me hubiera dicho que abriese el balcón y me arrojase de cabeza a la calle, creo que no hubiera vacilado, hasta tal punto estaba mi corazón fanatizado de amor por ella en aquel momento. Haga usted de mí lo que quiera dije muy conmovido. Luciana respondió: Lo que yo quiero es un amigo. ¿Quiere usted serlo? No es bastante.
Iba á retirarme: ella cayó de rodillas cerca, de un canapé, y estalló en sollozos, con la frente apoyada sobre mi mano que había cogido. Yo había visto correr, hacía poco tiempo, lágrimas más bellas y más dignas; sin embargo, me hallaba conmovido. Veamos, mi querida señorita le dije, aún no es tarde, ¿es cierto? Ella sacudió con fuerza la cabeza. Pues bien, mi querida niña, tenga valor.
Es la emoción. ¡Ha sido siempre un chico tan sensible!» El pobre Gonzalito se sentía en efecto bien fatigado, bien conmovido, bien amarrado dentro de su vistoso uniforme. Todos los amigos se apresuraron a rodearle vertiendo en su oído palabras de felicitación.
Todo lo que subsiste todavia de hermoso y de grande recibia de ti un nuevo esplendor, y lo que ya no existe parecia que habia vuelto a tomar su antigua brillantez; en estos lugares todo inspiro mi entusiasmo, y mi corazon conmovido adoro silenciosamente a los grandes hombres de otros tiempos.
Y ábrazados llorarán lágrimas de perdón exclamó el padre muy conmovido y cruzando las manos. ¡No! gritó Navarro, y aquella sílaba sonó como un tiro. El jesuita se quedó perplejo, mirando a su amigo con espanto.
»Pepita, Pepita: yo me siento conmovido y estoy a punto de sollozar cuando pienso en todas estas cosas... Yo me veo solo, yo me veo triste; yo veo que mi juventud va pasando estérilmente, sin una ternura, sin una caricia, sin un consuelo... »Adiós. No quiero que te pongas tú también triste. Este es un viejo que va todas las tardes al Congreso.
Allí estaba su ángel bueno, la que él llamaba por antonomasia «la señora». Acordábase, conmovido, de las palabras de la buena anciana cuando le prometía buscarle una esposa que le hiciese feliz. Señora, la compañera estaba allí: venía a saludarla, agradecida por lo que había hecho con él.
Tragomer no respondió; estaba sinceramente conmovido y pensaba: "He aquí uno de los hombres más animosos que he conocido. Tiene conciencia de ser tímido y aun así sigue adelante". No quiso decir á Marenval lo que pensaba, temiendo asustarle si le hacía comprender hasta qué punto le juzgaba digno de estima.
El abate Constantín comenzaba a volver en sí, a tranquilizarse; pero, sin embargo, estaba aún demasiado conmovido para cumplir correctamente con sus deberes de dueño de casa; por eso Juan tomaba la dirección de la modesta comida de su padrino.
El, muy conmovido, besó religiosamente aquella linda mano, insistiendo: Dime, ¿te quieres ir de esta casa? No, no; aquí me quedaré; si fuera necesario te avisaría. ¿Me lo prometes? Prometido. Se quedaron callados un momento; después Carmen preguntó con sobresalto: Y ¿qué diré a doña Rebeca de mi comisión?... La he cumplido muy mal.
Palabra del Dia
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