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Actualizado: 1 de julio de 2025


Esta profusión no debe considerarse como un fenómeno peculiar del siglo XVII, ni tampoco como un efecto del gongorismo; y aunque jueguen papel no despreciable en las obras de este último, se distinguen, sin embargo, de los defectos que caracterizan al estilo culto, ó más bien dicho, de los que constituyen su esencia, como la rebuscada obscuridad y confusa construcción, el abuso de las inversiones, burlándose deliberadamente de las reglas de la sintaxis, y el neologismo y la fraseología desordenada, cuyas palabras tienen significación distinta ú opuesta á su uso ordinario.

Decididamente la razón domina el corazón de este animal. En vano la señorita Margarita, irritada y confusa, empleó sucesivamente las caricias y las amenazas para vencer la obstinación de su favorito; nada pudo decidir al inteligente animal á confiar de nuevo su preciosa vida á aquellas terribles ondas.

Se me ha ocurrido, pues, la idea de que, acaso bajo el título de La selva confusa, se halle la comedia de Calderón, que se creía perdida, titulada Certamen de amor y celos, porque por lo menos el argumento de la una y la firma de la otra concuerdan á este objeto.

En cuanto se comprendió estallaron los bravos; todo el mundo felicitaba con elogios hiperbólicos a la artista que confusa y ruborizada se agitaba en contorsiones humildes, mientras su mamá embargada por la emoción estaba a punto de romper a llorar.

La niña ruborizada y confusa exclamó con voz débil: ¡Como hasta ahora me había ayudado!... «Mi queridísima hermana: escribía Miguel a Julia Me preguntas por qué permanezco tanto tiempo en este pueblecillo, y supones, infundadamente, que pasaré la mayor parte en San Sebastián.

En efecto, él se fue y yo quedé ni si triste o alegre; esto bien decir: que quedé confusa y pensativa, y casi fuera de con el nuevo acaecimiento, y no tuve ánimo, o no se me acordó, de reñir a mi doncella por la traición cometida de encerrar a don Fernando en mi mismo aposento, porque aún no me determinaba si era bien o mal el que me había sucedido.

Con verdadera avidez se sentó ante la mesa de su camarote, poniendo en orden el contenido del sobre: más de doce hojas escritas por ambas caras y varios recortes de periódicos. En estos recortes vió el retrato de Freya, una imagen dura y confusa. La reconoció únicamente por su nombre puesto al pie: ella había sido otra mujer.

Aquí hace mucho frío. Vamos donde quieras. Se cogió el marino del brazo del médico, y se hundieron ambos en la breve puertecilla de la cámara. Dentro del fumador se sentía más intenso trepidante el resuello del buque y quedaba confusa y apagada la voz grave del mar.

Pasando Febrer de la obscuridad de su habitación a la difusa claridad de la luz sideral, vio la mancha de las malezas en torno de la torre, más allá la confusa blancura de la alquería, y enfrente la giba negra de los montes cortando un cielo cargado de palpitaciones de estrellas. Esta visión sólo duró un instante: no pudo ver más.

Cuando le pregunté: «¿Qué haces ahí, Martase estremeció, me miró muy confusa y sólo entonces pareció darse cuenta del lugar en que se encontraba. Ya lo ves: preparo las camas balbució al cabo de un instante. ¿Para quién? pregunté. ¿Acaso no sabes que esperamos una visita? ¿Y eso es lo que te regocija tan terriblemente? repliqué, encogiéndome ligeramente de hombros.

Palabra del Dia

godella

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