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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Palabra de casamiento Desde que tuvo secretos que confiar, por natural instinto Amparo se arrimó a la Comadreja más que a Guardiana.

; tiene Vd. razón de confiar en , y de esperar que no he de perderme porque una piedad relajada y muelle abra las puertas de mi corazón a los vicios transigiendo con ellos.

Un amor propio excesivo y un orgullo sin límites eran la consecuencia de su absoluta ignorancia; y cuando, con una habilidad y una paciencia infinitas, Teobaldo le hizo comprender poco a poco lo mucho que ignoraba, empezó por confiar menos en mismo y más en nosotros. Por mi parte me dediqué a moderar su carácter impetuoso, aunque, con frecuencia, mi dulzura no lograba desarmarle.

¡Válgame Dios, hijo mío! ¡Qué delirio! ¡Qué sacrificio inútil: Y dime... ese motivo secreto... ¡Confiar así á D. Casimiro la honra de una familia ilustre!... Yo no le he confiado nada. ¿Pues de qué medio te has valido? De una mentira; pero mentira indispensable y con la cual nadie pierde. ¿Puedo saber esa mentira? Todo lo va V. á saber. El padre prestó la mayor atención.

Que se vaya; que no disguste por á sus padres; que no pierda sus estudios; que no motive un escándalo cuando se sepa que vino por y que yo soy una malvada, provocativa, seductora, quién sabe ... Adiós. Estoy apuradísima. No tengo á nadie á quien confiar mis cosas, con quien desahogar mis penas, á quien pedir consejo y remedio.

Cuando llegó el momento crítico mostró una bravura que rayaba en heroísmo. Luis quería confiarse a un médico: ella se opuso. ¿Para qué? Con la asistencia de Jacoba le bastaba. El confiar tal secreto a otra persona era peligroso.

Jacobo hablaba bien, y era la más mimada de todas sus vanidades la vanidad de su elocuencia; mas no osó, sin embargo, confiar su discurso a la memoria, y limitóse a leerlo, temeroso de pasar por alto alguno de los habilidosos rodeos con que procuraba sortear los grandes escollos que por todas partes le cerraban el paso.

Pero de todos modos, nunca hubo en su corazón crueldad bastante para poder ni aun despojar á una mariposa del polvo brillante de sus alas. No conozco á otro hombre en cuya innata bondad tanto pudiera yo confiar.

Tuvieron sus entrevistas con algunos caciques, y cuando les pareció que podian confiar en sus promesas, fundaron una primera reduccion en las orillas del Salado, á dos leguas de la mar magallánica cerca del cabo San Antonio. Empezaron sus trabajos evangélicos el 6 de Mayo de 1740, siendo Gobernador de estas provincias, el Sr.

El día seguiente tuve vergüenza y quise no volver á recibir á aquella loca, pero la vi llorar y comprendí que iba á hacerle sufrir los mismos dolores que yo pasaba por ti, sin contar que encontraba cierta dulzura en tener un corazón á quien confiar mi pena... Así pasaron seis meses, los peores de mi vida.

Palabra del Dia

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