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Actualizado: 10 de septiembre de 2025


Estaba tan furioso el cura por lo mal que le había salido aquella compostura, y su amor propio de arreglador padecía tanto, que no pudo menos de desahogar su despecho con estas coléricas razones: «Pues sépase usted que está condenada, y no le vueltas: condenada». No se sabe si este procedimiento del terror hizo su efecto, porque Fortunata no contestó nada.

Dirigíale desde su mesa miradas intensísimas, unas veces suplicantes, otras coléricas, las cuales no advertía siquiera el viejo trovador, y si alguna vez se tropezaban casualmente sus ojos, los de éste expresaban indiferencia absoluta como si nada hubiese ofrecido a su amiguito. El rostro de la vecina también se había puesto sombrío, y ya no se volvía sino muy rara vez hacia su afligido adorador.

»Viví de este modo, cerca de un esposo de pasiones brutales y coléricas, pero cuyo corazón era menos malo de lo que yo creí en un principio. Todos sus defectos provenían de una educación descuidada.

Pero al llegar á la casa esperaba á Lázaro una sorpresa que había de hacerle olvidar su discurso, á su tío y á la Fontana. Al entrar, ya cercano el día, encontró á doña Paz muy alborotada, á Salomé rondando la casa con luz, y á las dos tan coléricas y destempladas, que no pudo menos de reír á pesar del estado de su espíritu. ¡Gracias á Dios que viene usted!

Tanto madrugar, y tanto madrugar, y luego no hacedes ni medio cigarro, en el día, que mismo no sabedes menear los dedos, que mismo los tenedes que parecen chorizos, que mismo Dios os hizo torponas, que mismo.... Aquí ya la sorna y flema de las interpeladas tocaba a su fin, y respondían coléricas, pero entre dientes: ¿Y luego?

Rezaba con los ojos secos, rezaba á solas con su desesperación, fijando en la cruz una mirada de hipnótica tenacidad... Allí estaba su hijo, tendido junto á sus rodillas, lo mismo que de niño, en la cuna, cuando ella, vigilaba su sueño... La exclamación del padre estallaba también en su pensamiento, pero sin exasperaciones coléricas, con una tristeza desalentada. ¡Y no le vería más!... ¡Y era posible esto!

Don Mariano sintió que un torrente de palabras irritadas y coléricas se le agolpaban a la garganta, pero no pudo darle salida. Lo único que hizo fue echarle el impermeable encima a su hija, dejando escapar una especie de gruñido de elocuencia conmovedora. Cesó de llover al fin.

El mendigo, en tanto, pronunciando palabras coléricas, que no es fácil al narrador reproducir, por ser en lengua arábiga, palpaba el bulto de la mujer embriagada, que como cuerpo muerto en mitad del cuartucho yacía.

Estaba rojo, sus manos se crispaban coléricas, su respiración se convirtió en jadeo fragoroso.

Hubo silencio durante un momento, como tributo rendido a sus esperanzas muertas. Nadie se movía de su sitio. Al fin uno dijo en alta voz: Señores, buenas noches y divertirse. Me voy a la cama. Este saludo les sacó de su estupor. Los grupos empezaron a disolverse lentamente, no sin lanzar coléricas exclamaciones. Algunas personas se alejaron caminando dentro de los soportales.

Palabra del Dia

passaro

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