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Actualizado: 1 de julio de 2025


Al fin, el más poderoso de todos, el egregio duque de Requena sacó el pañuelo y lo agitó en la ventanilla. Sonó un pito, respondió la máquina con prolongado y fragoroso ronquido, y resoplando y bufando, el tren comenzó a mover sus anillos metálicos y a arrastrarse lentamente alejándose de la estación.

Escucháronse á la vez gritos de triunfo y lamentos, imprecaciones y vivas. Como dos ríos impetuosos que caen de la montaña y sus aguas se tropiezan en el valle con fragoroso estruendo que se oye á lo lejos, así los dos ejércitos rivales cayeron el uno sobre el otro. Igual furor los anima: el mismo deseo de gloria agita sus corazones.

Ambas huestes se hostilizan, llegan, chocan, se encarnizan, tras el potente embestir, y el eco va retumbando de monte en monte lanzando el fragoroso reñir. Arde la fuerte bombarda, y allí, donde no se aguarda, va su disparo á caer, y al trueno espantable y fuerte un alarido de muerte viene horrible á responder.

Su cayado fulminante, cortado en el monte Raigoso, abatía cuanto encontraba delante. Imposible contar el número prodigioso de bollos y tolondrones que aquel mortífero instrumento causó en breve tiempo. No era un arma en sus manos, sino rayo fragoroso, resonante, que sembraba el terror y la alarma por doquiera que pasaba. ¿Á quién sacrificaste , impetuoso Celso, honor y gloria de mi parroquia?

Todo era humo, y fuego, y estrago, y cuerpos muertos que a la mar caían, y sangre que en la mar se vertía y la ponía roja; y acá sonaban los clarines y las trompetas y los atambores, y allá sonaban los añafiles, las dulzainas y las atakebiras; que no podían causar menos fragoroso estruendo en su combate con el turco más de trescientas naves grandes y pequeñas que la mar cubrían en un tan grande espacio como no se había visto desde los tiempos del imperio de Roma; y de estas naos, ciento sesenta y cuatro, y las mejor aprestadas, eran del rey de España; y del pontífice Pío V eran seis galeras y otras tantas fragatas; y llevaban los venecianos ciento treinta y cuatro naos, pero no tan bien armadas ni proveídas como las de España.

Estaba rojo, sus manos se crispaban coléricas, su respiración se convirtió en jadeo fragoroso.

Palabra del Dia

godella

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