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Actualizado: 24 de junio de 2025


Inmediatamente observó también que los hombros y el pecho de la divina mujer se cubrían con un vestido, en el cual todo era semejante a los que usan las mujeres del día. Pero lo que más turbó y desconcertó a la pobre muchacha fue ver que la gentil imagen estaba cogiendo moras de zarza... y comiéndoselas.

Sir Cristián Fergusson, de Liverpool, y aquí tiene usted una carta del cónsul de Francia en Colombo que me recomienda á la benevolencia del señor Gobernador. ¿El señor es inglés? dijo el secretario cogiendo el papel con amable indiferencia. , no vemos visitantes si no son ingleses ó americanos.

De pronto la bola entra en un cajetín y el croupier canta el número. Doce. Rojo. Manque. Par... ¿Lo ve usted? suspira D. Salustiano . Era indudable. No hay manera humana de ganar. Y cogiendo ocho duros en fichas, los pone a una «calle». Diez y nueve, veinte y veintiuno. Ocho duros más que voy a perder me dice . No se gana nunca. Está demostrado... En efecto. D. Salustiano pierde los ocho duros.

»Estando en estas y otras muchas razones, llegó un moro corriendo, y dijo, a grandes voces, que por las bardas o paredes del jardín habían saltado cuatro turcos, y andaban cogiendo la fruta, aunque no estaba madura.

¿Conque te ha hecho la corte a ti, Niña? prosiguió cogiendo con dos dedos cariñosamente la barba de Nuncita. Me parece que debiste de haber sido muy torerita, ¿verdad, Carmela? Fue un poco tentada de la risa. ¡Carmela, por Dios, que estos señores van a creer que he sido una coqueta! exclamó con angustia la Niña.

Maldito perro, exclamó, cogiendo el garrote que había en el suelo y defendiéndose de Fortuna con un valor increíble a su edad. Entonces salieron precipitadamente dos hombres de mala facha de uno de los carrizales. Llevaban revólver y cuchillo de monte en el cinto y escopetas de dos cañones en las manos.

¿La ha fregado V. ya? Si no la hubiera fregado, ¿cómo se había de limpiar? ¡Vaya una salida! No se incomode, Rufa dijo un poco acortada la niña. Y cogiendo un paño, se sentó con calma a secar los platos. Miguel se sentó cerca de ella. Voy a contarles a VV. un cuento dijo aquél tomando otro paño y poniéndose a secar platos también.

Por último, en la plana tercera, aún podían leerse dos o tres gacetillas referentes al egregio huésped. El Joven Sarriense se limitó a dar la noticia de su llegada en un gacetilla cortés y fría, titulada Bien venido. Pero a renglón seguido, y cogiendo la ocasión por los pelos, la emprendió como siempre a tajos y mandobles con sus enemigos.

Bonifacio hizo un gesto que pedía una entrevista a solas. D. Benito, cogiendo al deudor por las solapas del gabán, le llevó tras de a un gabinete contiguo, cuyas paredes estaban ocultas también por estantes, continuación del protocolo.

D. Salustiano las juega y las pierde. Entonces su rostro se anima de nuevo. ¿Ha visto usted? me dice . Lo de la fila había sido una casualidad que no demuestra nada. Indudablemente, no hay posibilidad de ganar nunca a la ruleta. Y cogiendo cinco duros, los tira sobre la mesa: Para los empleados... Cada vez que un bilbaíno me invita a comer, me parece que me da a comer hierro.

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