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Clarence King, aunque la defensa que haga yo de España sea ligera, desenfadada y de broma, ya que el articulo del Sr. Clarence King no merece refutación más seria y detenida. Lo que diga yo sobre él será como remate y complemento de la impugnación que la salida de tono y los anatemas de Draper contra España me han inspirado. Empezando ahora por contestar á la acusación que nos dirige el Sr.

Claro está que el monstruo de la herejía, que hoy anda suelto en España sin que la Inquisición le encadene, no impide al Sr. Orti y Lara que vuele por donde se le antoje y hasta que haga la apología de la Inquisición. Pero yo no quiero ni puedo hacerla, y convendré con el señor Clarence King en que la Inquisición era una infernal maquinaria muy á propósito para atormentar y matar á la gente.

Clarence King, son menos razonables aún que las de Draper; pero como llevan el propósito de excitar en los Estados Unidos el odio y el desprecio contra España y de favorecer á los rebeldes de Cuba, auxiliándolos y declarándolos beligerantes, creo que algo conviene decir contestando al Sr.

Todos sabemos que en los cuatrocientos años que hace ya que poseemos á Cuba, sólo durante quince ó veinte ha habido sobrantes en las Cajas de Ultramar. En los otros trescientos ochenta y tantos años, Cuba no nos ha valido sino gastos, sacrificios y desazones. ¿Pues entonces dirá el Sr. Clarence King por qué España no abandona á Cuba?

Clarence King, fecundo paraíso, no merecen que las potencias cultas de Europa los amparen ó los protejan, no contra nuestra saña, sino contra nuestra justicia, yo espero que ésta se temple y mitigue con la mayor misericordia; mas no por eso acierto á explicarme que á los cabecillas rebeldes, á los principales al menos y á los que no tienen siquiera la excusa de ser cubanos y de estar cegados por un mal entendido amor á la patria, se les perdone si llegan á caer en poder de nuestros soldados.

Dice el Sr. Clarence King, que por codicia, por la riqueza que de la Isla sacamos, y por lo que esperamos sacar, nos resistimos á que sea independiente y libre. A mi ver, nada hay más falso; y creo que de los dieciocho millones que hay de españoles, sólo no pensarán como yo mil ó dos mil á lo más.

A despecho de tanta dificultad, entre las cuales, como se ve, cuentan por algo las que los Estados Unidos nos suscitan, todavía espera la mayoría de los españoles, y yo con ella, que Cuba, por ahora, no ha de ser libre, como el Sr. Clarence King ansía y propone. Esperemos que Cuba siga siendo libre, pero española, como la metrópoli desea, pero tenga por seguro el Sr.

Clarence King contra nosotros se funda en la esclavitud de los negros; sosteniendo que, acostumbrados nosotros á mandar esclavos, no sabemos mandar hombres libres. No parece, al leer esto, sino que en los Estados Unidos no hubo esclavitud nunca. Dice también el articulista que España se vió forzada á dar libertad á sus negros ¿Y quién le hizo tal fuerza?

Clarence King que, si por desgracia y lo que Dios no permita, se agotasen nuestros recursos y tuviésemos que abandonar la gran Antilla, no hay español peninsular que sueñe por espíritu vengativo con que aquello se vuelva ó yankee ó merienda de negros. Por cima del patriotismo y más allá del patriotismo, vive y alienta en nosotros el amor de casta ó de raza.

La igualdad más perfecta entre todos los españoles de la Península y de Ultramar ha sido proclamada siempre en leyes, pragmáticas, ordenanzas y decretos. Felipe II la proclamó solemnemente con palabras citadas por el mismo Sr. Clarence King.